LA PARCELITA

DECENCIA

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Aunque estábamos casi seguros de que pasaría, tras algo más de una semana, hemos comprobado que ha vuelto a pasar. De nada han servido las movilizaciones ni las acampadas en tantas plazas de España. Los políticos, nuestros políticos, haciendo caso omiso de la opinión que están generando entre los ciudadanos, han dado muestra, una vez más, de la poca coherencia de la que hacen gala y sobre todo de la prepotencia a la que nos tienen acostumbrados. Vuelven a agarrarse a sus puestos como a un clavo ardiendo y a pesar de que en muchos casos el descalabro haya sido de los de no te menees, justifican lo injustificable para seguir ocupando puestos. A pesar de que no soy de los indignados que han tomado la calle, a mi modesto entender de una manera inoportuna en plena campaña electoral, comparto muchas de sus premisas y, visto lo visto, cada vez más. Hay que cambiar las reglas del juego, eso seguro, porque después de una transición en paz y de varios ejercicios respetando las urnas, ha llegado ya el momento de poner a cada uno en su sitio. El pueblo, sí, el pueblo llano, es el único en este país que respeta el juego democrático y acata, hasta ahora sin rechistar, el resultado de las urnas. Los políticos no, y lo han demostrado una vez más, usan los resultados a su libre albedrío y nada más terminar el recuento comienzan los pactos y los acuerdos recomponiendo los resultados a su conveniencia y sin importarles un pito la decisión popular. No hay decencia política ni coherencia personal, eso es lo menos importante. Para ellos, lo único importante es sumar y seguir sumando cotas de poder. Creo que va siendo hora ya de terminar con esta farsa, hay que despojarlos de esas caretas de demócratas porque, la mayoría, no lo son.