Opinion

Acusaciones sin investigar

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El comité federal del PSOE concluyó ayer con la aceptación por Alfredo Pérez Rubalcaba a concurrir a las primarias que han quedado convocadas para designar al candidato socialista a las generales que habrán de celebrarse en marzo si no se produce un anticipo. La víspera, Rodríguez Zapatero había pactado la unanimidad en tal sentido con sus 'barones' territoriales, por lo que la reunión de ayer no deparó sorpresas. La delicada coyuntura del partido socialista después del 22-M debió seguramente de disuadir al todavía secretario general de guardar la anunciada neutralidad en el proceso de primarias, y de convencerlo de que no era razonable, ni para el partido ni para el país, someter al PSOE a una dura confrontación entre el primer vicepresidente y su ministra de Defensa. La cúpula socialista ha apreciado estas razones, e incluso quienes secundaron a Patxi López en su petición de un Congreso inmediato se volvieron atrás y han apoyado como un solo hombre la propuesta de que Rubalcaba se ponga al frente del partido para afrontar la siguiente contienda electoral. La coyuntura es tan delicada que la idea de unidad ha prevalecido frente a las ambiciones personales o cualquier cambio que pueda amenazar la estabilidad interna. El candidato Rubalcaba, que todavía mantuvo en su discurso la ficción de las primarias, aceptó el encargo con la única condición retórica de que sus correligionarios tengan confianza en la posibilidad de victoria dentro de diez meses, lo que solo sería posible si todos ellos dejaran de pulsar a la opinión pública y de fijarse en las encuestas. Cargó contra Chacón sin mencionarla -él sí respetó escrupulosamente los tiempos del proceso- y anunció la construcción de un «nuevo proyecto» que verá la luz en la Conferencia Política que será convocada a tal fin. Rubalcaba no exigió ocupar la secretaría general para desempeñar su candidatura pero es evidente que se producirá una situación de bicefalia a la hora de tomar determinadas decisiones. Es de suponer que Zapatero dará un paso atrás, pero el conflicto interno entre equipos y dirigentes, que ya fue evidente en la renuncia de Chacón, no puede descartarse todavía de antemano.

Un brote de 'Escherichia coli', una bacteria fecal, vinculada al parecer a unas partidas de pepinos españoles, ha causado ya más de un millar de intoxicaciones y diez muertes en Alemania. Irresponsablemente, las autoridades de ese país han atribuido atropelladamente la intoxicación a nuestras exportaciones sin que se haya analizado aún la trazabilidad de tales pepinos, es decir, sin que se haya detectado en qué fase de la comercialización se ha producido la contaminación. De momento, en España no ha habido ni un solo caso de intoxicación. Y lo cierto es que en Hamburgo, sede del principal foco, también han aparecido pepinos holandeses infectados, lo que sugiere que la toxina podía haber contaminado los alimentos en el transporte o durante el almacenamiento. El caso es grave y no solo sanitariamente porque la noticia ha paralizado la exportación de productos hortofrutícolas españoles, con las consiguientes pérdidas para el sector. Urge, pues, que el Gobierno español actúe con presteza, que las autoridades comunitarias aíslen el problema y que uno y otras reclamen las responsabilidades oportunas y adopten las cautelas que imposibiliten nuevos fracasos de la seguridad alimentaria.