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Las viudas de Bin Laden no colaboran

Pakistán accede a que EE UU las interrogue, pero solo juntas y ante los servicios secretos paquistaníes

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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Después de que les mataran al marido y una de ellas recibiera un disparo en la pierna, las tres viudas de Osama Bin Laden a las que por fin EE UU ha podido interrogar resultaron «de poca utilidad» e incluso «hostiles», describió contrariada una fuente del Gobierno a la cadena CNN. La noticia fue confirmada después por un portavoz del Pentágono.

Pakistán había aceptado permitir a EE UU el interrogatorio «para demostrar que no tenemos ningún esqueleto que ocultar», dijo el ministro de Interior, Rehman Malik. Se refería a la sospecha de que su Gobierno hubiera consentido e incluso dado protección al líder de Al-Qaida. El país de acogida de Bin Laden exigió que Washington obtuviera primero permiso de sus países de origen: en el caso de la más joven, Yemen, y en el de las otras dos Arabia Saudí. Pero no permitió que las mujeres fueran interrogadas por separado, solo juntas y ante los servicios de inteligencia paquistaníes.

Solo habló una de las mujeres, la mayor, que lo hizo en representación de las tres y no dijo nada que aporte información a los miembros de Inteligencia. Estos siguen desgranando el arsenal que los Navy Seals recuperaron de la casa, en el que se cuentan más de cien discos duros y memorias USB. Estos dispositivos eran el vehículo para que Bin Laden mantuviera correspondencia por email. Al parecer el líder de Al-Qaida escribía los mensajes en su ordenador y los grababa en una de estas memorias, que sus correos llevaban hasta un cibercafé a más de cien kilómetros antes de enviarlos y copiar los mensajes recibidos de la misma manera.

El fácil hallazgo de los propios diarios de Bin Laden o las memorias de ordenador que contenían su correspondencia lleva a los investigadores a la conclusión de que, con los años, el líder de Al-Qaida fue relajando la seguridad, convencido de que no sería sorprendido por un ataque como el que acabó con su vida. De hecho no encontraron ni siquiera un plan para fugarse de la casa en caso de asalto, tan solo dinero y números de teléfono que le habrían sido útiles en la huida. Todo ello hace sospechar que Bin Laden confiaba plenamente en que su red de apoyo le informara con tiempo suficiente. De ahí la sangrienta venganza de los talibanes, que ha puesto también en alerta al Pentágono.

«Estamos muy preocupados con la seguridad de nuestra tropas y especialmente con la de las unidades de elite que están involucradas en cosas como éstas», contó el secretario de Defensa, Robert Gates, a los marines.