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El nuevo Gobierno tunecino se desmorona

La dimisión de cuatro ministros por la presencia de miembros del anterior régimen hiere de muerte al Ejecutivo de unidad nacional

RABAT. Actualizado: Guardar
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El nuevo Gobierno de unidad nacional tunecino se cae por su propio peso. Ayer, cuatro ministros de la oposición y representantes de sindicatos abandonaron el flamante Ejecutivo apenas veinticuatro horas después de haber aceptado formar parte de él. Dicen haber escuchado la voz de la calle, que rechaza la presencia de los que colaboraron con Ben Ali. En un intento de mantener a flote la frágil formación, el presidente y el primer ministro interinos renunciaron a su militancia en el partido del huido dictador.

Es posible, sin embargo, que estas medidas no sean suficientes para que los tunecinos acepten al nuevo Gobierno, incluso si tiene fecha de caducidad, ya que se trata de una formación que dirigirá la transición hasta la celebración de nuevas elecciones antes de seis meses. Las protestas volvieron ayer a la capital y a otras ciudades en contra de un Ejecutivo en el que doce de sus diecinueve miembros pertenecen a la Reagrupación Constitucional Democrática (RCD), entre ellos seis ministros del antiguo régimen. Los manifestantes asaltaron varias sedes de la formación en provincias, y fueron reprimidos por las fuerzas de seguridad a base de gases lacrimógenos y porrazos, ante un sentimiento generalizado de que alguien les está robando la revolución.

Los primeros en anunciar su dimisión fueron los tres nuevos miembros del Gabinete pertenecientes al sindicato Unión General de Trabajadores Tunecinos (UGTT). Esta central, que no constituye un partido político, ha sido una de las caras visibles de la ya conocida como 'revolución de los jazmines', aunque el origen de la revuelta que ha conseguido acabar con veintitrés años de dictadura fue completamente espontáneo. Husín Dimasi, titular de Trabajo; Abdeljelil Bedui, ministro sin cartera, y Anuar Ben Gueddur, secretario de Estado de Transportes, abandonaron el Gobierno en protesta por su composición.

Cambio de opinión

Cuando fueron nombrados, el día anterior, ya se conocía que seis colaboradores de Ben Ali permanecerían en sus puestos, ni más ni menos que los titulares de Interior, Exteriores, Defensa, Finanzas, Justicia y el propio primer ministro. Pero las manifestaciones que han mantenido en vilo a la capital y a ciudades como Kasserine, Sidi Bouzid o Regueb, y que pedían la disolución del RCD y del nuevo Gobierno, pueden haber contribuido a que el sindicato cambie de opinión. La dirección de la UGTT decidió asimismo no reconocer al nuevo Ejecutivo, según aseguró una fuente del sindicato a Efe.

El líder del Foro Democrático por el Trabajo y la Libertad (FDTL), Mustafá Ben Jafar, que había sido nombrado ministro de Sanidad, anunció asimismo que «suspendía su participación» en el Gobierno, pendiente de que se retiraran los responsables más cercanos a Zine el Abidine Ben Ali. La nueva ministra de Cultura, Mufida Talati, que en 2008 firmó una petición para que el dictador se presentara a otro mandato en 2014, también se plantea irse, lo mismo que el líder del partido Etajdid.

El primer ministro, Mohamed Ghenuchi, había defendido por la mañana la composición del Gabinete en una entrevista con una emisora de radio francesa, en la que aseguró que todos sus componentes tenían «las manos limpias» y que, a partir de ahora, habría una «separación estricta entre el Estado y los partidos». Ghanuchi ha formado parte de todos los gobiernos desde que Ben Ali tomó el poder en 1987. Quizás para obrar con el ejemplo, o para intentar apuntalar en un acto desesperado el Ejecutivo que se desmoronaba, Ghenuchi, así como el presidente interino, Fuad Mabazaa, abandonaron ayer el RCD. El partido, nuevo objetivo de las iras de los manifestantes, anunció ayer que había expulsado a Ben Ali y a seis de sus más cercanos colaboradores.

Mientras que el futuro de Túnez se muestra aún incierto, la ola de suicidios que parece haber prendido en el norte de África se intensificó ayer con cuatro nuevos hombres que se quemaron a lo bonzo en Egipto. El lunes, un mauritano y otro egipcio siguieron también el ejemplo de Mohamed Buazizi, el diplomado en paro de 26 años que se roció con gasolina y se prendió fuego en protesta por su desesperada situación, lo que desató la revolución tunecina.