Un hombre vota en un colegio de Gracanica, cerca de la capital kosovar, presidido por una gran señal que prohíbe portar armas. :: REUTERS
MUNDO

Kosovo examina su independencia

Los nacionalistas del PDK de Thaci se perfilan como ganadores de las primeras legislativas desde la secesión, según sondeos

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Los nacionalistas del Partido Democrático de Kosovo (PDK) del primer ministro en funciones, Hashim Thaci, se situaban anoche como los vencedores de las primeras elecciones legislativas celebradas en Kosovo desde su independencia unilateral de Serbia en 2008. Según los primeros sondeos tras el cierre de los colegios electorales, el PDK obtenía un resultado en torno al 31% de los sufragios. En segunda posición, con el 25% de los votos, se colocaba la Liga Democrática de Kosovo (LDK) del alcalde de Pristina -la capital-, Isa Mustafa, que reivindica la herencia del difunto presidente Ibrahim Rugova, símbolo de la resistencia pacífica frente a Belgrado.

La tercera formación en las preferencias de las urnas era el grupo Autodeterminación de Albin Kurti, que defiende la unificación de Kosovo con Albania, seguido de la Alianza para el Futuro (AAK) de Ramuch Haradinaj, procesado en La Haya por crímenes de guerra, y la Alianza por un Kosovo Nuevo (AKR) del multimillonario Behgjet Paccoli.

Un total de 1,6 millones de electores estaban llamados a renovar el Parlamento de 120 diputados en unos comicios que se llevaron a cabo en un ambiente de enorme tensión social y política, y estuvieron supervisados por 170 miembros de la Red Europea de Observadores de Elecciones (Enemo) apoyados por 129 equipos diplomáticos de la UE, y estrechamente vigilados por 6.000 policías. Veinte escaños están reservados a las minorías nacionales o étnicas: diez para los serbios, cuatro para los gitanos, tres para los bosnios, dos para los turcos y uno para los gorani, que pertenecen a una comunidad eslavamusulmana. Los colegios abrieron a las 7.00 hora española y cerraron doce después. Conscientes de la importancia de esta gran cita democrática, los líderes de los principales partidos pidieron a los ciudadanos que votaran pacíficamente.

Coalición rota

El PDK y la LDK gobernaban en coalición, pero el 2 de noviembre, el presidente interino y ex presidente del Parlamento, Jakup Krasniqi (PDK), disolvió la Cámara Baja y convocó elecciones anticipadas a raíz de una moción de censura presentada por la AKR de Pacolli, lo que desbancó al Gobierno Thaci. El 27 de septiembre, el jefe del Estado, Fatmir Sejdiu (LDK) ya había tenido que dimitir tras haber sido condenado por violación de la Constitución. Los dos principales partidos no consiguieron ponerse de acuerdo para elegir a un sucesor de Sejdiu, que deberá ser nombrado por el nuevo Parlamento.

Analistas y observadores políticos auguraron una fuerte participación, porque el descontento social y político es considerable en Kosovo y una parte sustancial de la población está harta del PDK de Thaci, aunque este partido sigue gozando de muchos apoyos. «Me he levantado temprano para ir a votar, porque quería demostrar que no estoy satisfecho con la manera que tienen nuestros gobernantes de dirigir el país», declaró Shaquit Zeneli, un ingeniero de 39 años tras depositar su papeleta en Pristina. «La frustración es enorme en todo el país, hay que cambiar de gobierno. De lo contrario iremos al caos», manifestaba Kreshnik Ahmeti, un joven de 21 años después de ejercer su derecho.

Crisis económica

La situación económica de Kosovo es lamentable. El país está prácticamente intervenido por la UE y el FMI, el paro se acerca al 50%, el PIB por habitante apenas alcanza 1.700 euros y algunos sondeos apuntan que más del 90% de la población considera que la corrupción ha aumentado con el primer ministro en funciones. En el corazón de la inestabilidad y la crisis social se encuentra la ola de privatizaciones del sector público, que es una cuestión que dominó la campaña. Para financiar un proyecto faraónico de construcción de autopistas y carreteras de gran capacidad, el Gobierno se fijó el objetivo de privatizar el sector de correos y telecomunicaciones, lo que provocó un profundo malestar en amplios sectores de la población. Desde hace varias semanas el pequeño país está sacudido por un movimiento de huelgas en el sector público.

La crisis política estalló en un momento delicado, cuando «el Estado estaba en construcción y se prepara para iniciar discusiones con Serbia», señala la analista de la Fundación Schuman, Corinne Deloy. Belgrado aceptó dialogar con Pristina ante la ONU el 9 de septiembre, después de que el 22 de julio la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya declarara legal la independencia, que cuenta con el apoyo de EE UU y de veintidós de los veintisiete miembros de la UE -España es uno de los que no la aceptan-. Rusia también se muestra contraria a la separación.

En las formas, Belgrado y la Iglesia ortodoxa han moderado su posición respecto a la independencia de Kosovo, pero el Gobierno serbio pidió a los serbokosovares -unos 100.000 de los dos millones de habitantes de Kosovo- que boicotearan los comicios. Una parte de los 40.000 serbios del norte aseguraron que no irían a votar. Otros, como el alcalde del enclave de Gracanica, llamaron a la participación. De hecho, ocho de las 29 listas electorales eran serbias. En principio, estas legislativas tendrían que poner fin a la grave crisis kosovar.