Chile se enfrenta al infierno de sus cárceles

Un voraz incendio se cobró ayer la vida de al menos 81 presos en la cárcel de San Miguel, al sureste de Santiago de Chile. Según coincidieron en señalar autoridades y fuentes cercanas a los internos, el fuego habría sido provocado de forma intencionada por los reclusos durante una pelea entre bandas rivales que se desató en plena madrugada. El Gobierno admitió ayer que el número de fallecidos podría aumentar en las próximas horas. Las llamas se propagaron rápidamente por el cuarto piso de la quinta torre del penal, poco antes de que despuntara el día de visitas. El incendio no alcanzó a las otras torres ni afectó a reclusos de otras plantas. Sin embargo, en la zona donde se originó el fuego -en la que había 150 internos-, al menos 81 murieron y 21 resultaron heridos, 14 de ellos muy graves, por lo que fueron trasladados a distintos hospitales.

Las versiones sobre la intervención de los Bomberos difieren. La Gendarmería, la fuerza de seguridad a cargo de las prisiones en Chile, aseguró que les llamaron de inmediato, pero los reclusos afirman que la voz de alarma fue dada por un interno desde su móvil y que los gendarmes hicieron entrar primero a la brigada antimotines. El comandante del Cuerpo de Bomberos, José Sánchez, pareció darles la razón a los detenidos al señalar que a las 5.48 horas recibieron «una llamada desde un móvil que daba cuenta del fuego en el interior del recinto». Los internos ilesos advirtieron de que podrían iniciar un motín o huelga de hambre en protesta precisamente por la demora en la actuación de los servicios de socorro, aunque al cierre de esta edición la situación estaba controlada. El ministro de Justicia, Felipe Bulnes, insistió en que ya no hay riesgo de motín. Sin embargo, uno de los internos informó por teléfono a una radio de que el ambiente en la prisión seguía tenso y que el personal antimotín había intervenido de manera violenta con golpes y malos tratos. «Paren la violencia, ya se nos murieron 80 compañeros, si siguen así van a provocar una rebelión», alertó el reo.

Gritos de dolor

Una vez apagado el fuego, el exterior de la cárcel fue tomado por decenas de familiares de los reos que exigían información sobre lo ocurrido. La Gendarmería y el intendente de Santiago, Fernando Echeverría, justificaron la demora en informar a los allegados por las dificultades que se encontraron para reconocer los cuerpos incinerados. Calmados los ánimos, los parientes pudieron acceder al interior de la prisión para reconocer los cuerpos. Los gritos de dolor se sucedieron a la salida. Según el Servicio Médico Legal, sólo 26 de los muertos están en condiciones de ser identificados. El resto va a requerir estudios de ADN, cuyos resultados tardarán al menos 48 horas.

El presidente, el líder conservador Sebastián Piñera, señaló que el incendio fue «una tremenda y dolorosa tragedia» y admitió que la situación carcelaria chilena «no resiste más». «Es un sistema inhumano, una vergüenza que se arrastra desde hace años». Para adelantarse a posibles críticas, Piñera recordó que su Gobierno ya lanzó en octubre un plan para superar este atraso mediante una mayor dotación de personal y nuevas prisiones que están en construcción. El actual sistema, reconoció, «no es digno de un país que trate civilizadamente a su gente».

El ministro de Justicia coincidió en que el hacinamiento en las cárceles «es un problema que se arrastra desde hace décadas». Incluso adelantó que ese factor seguramente tiene relación con el incendio. El funcionario prometió que el Gobierno hará una investigación para ver si se cumplieron todos los protocolos establecidos para este tipo de emergencias y advirtió de que si hubo negligencia habrá «tolerancia cero» con los responsables.