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«No era una persona muy habladora, pero sí correcta y educada»

El presunto homicida no levantó sospechas en su visita a La Isla, a la que llegó sin mucho equipaje

SAN FERNAND0. Actualizado: Guardar
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Llegó a la ciudad con la intención de iniciar una nueva vida. Eligió San Fernando porque ya conocía esta localidad y se dirigió hacia la zona de la Glorieta, lugar que le era familiar porque ejerció como soldado profesional. Tras instalarse en un hostal, lo primero que hizo fue comprarse una navaja de pequeñas dimensiones en una tienda de efectos militares, próxima al edificio que había elegido como su nueva residencia. Pretendía sentirse más seguro.

Según las personas que han tratado con él en los nueve días que ha pasado en La Isla, U.A.L.N. era «tranquilo, formal, muy educado y hablaba un castellano muy correcto». También era discreto. Apenas salió de la habitación que tenía arrendada. Tan sólo lo hacía durante «una o dos horas» para volver de inmediato. Encerrado, con poco equipaje y un ordenador, su única distracción durante horas, sin salir ni para comer. No era una persona extrovertida ni tampoco muy habladora, pero no rehuía una conversación. En sus palabras dejaba entrever su inteligencia. En el tiempo en el que estuvo en la zona no despertó la alarma de nadie, sino al contrario, se trataba de un joven «agradable y con buena presencia». Por todo ello, cuando los que le trataron conocieron la noticia del suceso se sorprendieron. En primer lugar por la brutalidad de los hechos y en segundo por la descripción del presunto autor. Persona de complexión fuerte, con melena, alto y con varios tatuajes. Ningún dato coincidía con el joven de 24 años que llegó de Tarragona. Al contrario, U.A.L.N. no destacaba por su estatura o músculos y mucho menos por tener melena. La agresividad del asesinato tampoco les encaja a los isleños que lo han conocido. «No era una persona lanzada, más bien distraída. No es de esos que veas que son decididos, que van andando con la cabeza alta, pero había nada que hiciera sospechar».

Cuando la Policía Nacional registró su habitación, según cuentan, se encontró una estancia ordenada y limpia, también el ordenador. Según apuntan, pasaba horas entrando en páginas de contactos y, en una de ellas conoció al funcionario Manuel Pereira la mañana del pasado sábado. Por la tarde acudió a la cita en la vivienda de García de la Herrán donde un malentendido desencadenó una disputa en la que, como se sospecha, no dudó en coger la navaja para clavarla varias veces en la víctima. En la huida tan sólo se rindió cuando se vio atrapado en una azotea entre el bloque 21 y 22 de Cayetano Roldán. En su bolsillo tenía la llave de la habitación, nunca la dejaba en la recepción. Curiosamente tan sólo había pagado para permanecer hasta el domingo, un día después del crimen.