El presidente del Gobierno, José Luis rodríguez Zapatero, junto a José Montilla, saluda a los militantes del PSC en el Baix Llobregat :: AGENCIAS
ESPAÑA

Zapatero y Montilla suturan al calor de la campaña la maltrecha unidad de PSOE y PSC

El presidente del Gobierno arremete por igual contra PP y CiU, a los que achaca idéntica voluntad de separar y dividir

BARCELONA. Actualizado: Guardar
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«Estoy encantado de estar en Cataluña, siempre ha sido así y siempre lo será». Tras dos años de ausencia de la Fiesta de la Rosa, el cónclave de los socialistas del Baix Llobregat, el presidente del Gobierno acudió ayer al municipio barcelonés de Gavà para remendar las heridas que permanecían abiertas en Cataluña y en el PSC por culpa de la sentencia del 'Estatut'.

Vestido con su traje más mitinero y ante unos 25.000 militantes socialistas que le aclamaron y le recibieron al grito de «presidente, presidente», Zapatero aprovechó su presencia en uno de sus principales graneros de votos en Cataluña para escenificar junto al 'president' de la Generalitat, José Montilla, un punto de inflexión en las deterioradas relaciones entre el PSC y el PSOE. Ambas formaciones cierran, por tanto, filas de cara a la cita electoral del 28 de noviembre, ahora que las encuestas son bastante desfavorables para sus intereses.

«Me siento orgulloso de ser el secretario general del PSOE, el partido hermano del PSC; Montilla tiene todo el apoyo de los miembros del PSOE», dijo el presidente. «Estamos contentos de que hayas venido, sabes que estás en tu casa», le había dicho poco antes Montilla para dar por concluido el debate que abrió su jefe de campaña cuando declaró, en mayo, que en la situación actual no era «lo más prudente» contar con la presencia del presidente del Gobierno en los mítines del partido en Cataluña.

En cualquier caso, el cierre de filas socialistas no fue unánime. Destacados miembros del ala catalanista del PSC -como los consejeros Antoni Castells, Montserrat Tura o Joaquim Nadal, partidarios durante las tiranteces generadas por la sentencia del Estatut de quebrar el grupo parlamentario socialista en Madrid- no asistieron al acto de Gavà.

Aunque había quien esperaba que el presidente se sacara algún conejo de la chistera a modo de acicate electoral, como el que revolucionó la política catalana en 2003 cuando en el Palau Sant Jordi prometió que aprobaría el 'Estatut' que surgiese del Parlament, en esta ocasión sus compromisos no fueron más allá de que «llenará de contenido» los artículos declarados anticonstitucionales por el Tribunal Constitucional. «La actitud del PP tras la sentencia es mirar hacia otro lado. El fallo ha creado disconformidad en Cataluña, tomamos nota y nos hacemos cargo», señaló.

El primer partido de la oposición fue la principal diana de los dardos de Zapatero que criticó a Mariano Rajoy -«el mismo que recurrió el Estatut»- por decir el sábado en Barcelona que no es hora de hablar de identidades. «¡Pero si no ha hecho otra cosa!», dijo el jefe del Ejecutivo. «¡Si ha sembrado un debate negativo en torno a Cataluña y su identidad!», añadió.

Cataluña en España

Zapatero sacó su látigo contra el PP, pero también contra CiU y los partidos independentistas: «Siempre estaremos firmes frente a quienes quieren utilizar Cataluña para sacar rédito en España y ante aquellos que quieren utilizar España para sacar réditos en Cataluña». Según Zapatero, el socialista es el «gran partido de la convivencia, de la integración, del respeto y de la tolerancia». «Somos los únicos que nunca hemos enfrentado las identidades, siempre hemos trabajado por la identidad de Cataluña y la igualdad entre todo los que viven aquí», remató.

«Y somos los únicos», añadió, «que sabemos asumir responsabilidades cuando las cosas no van bien». En una zona como el cinturón metropolitano de Barcelona, donde el paro ataca con dureza, el presidente del Gobierno justificó las medidas de choque y de corte liberal que ha tenido que tomar, como la reforma laboral. «Crear empleo es la gran prioridad que tenemos por delante», dijo.

«Para los momentos fáciles vale cualquiera. Hemos hecho una reforma laboral, los sindicatos se oponen, tienen mi respeto. Pero hay que asumir las responsabilidades», dijo. Por ello, alabó la labor de su ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, «mi amigo», subrayó, quien en breve cesará de su cargo para presentarse como número tres en las listas del PSC en las elecciones autonómicas. «Dicen que es el ministro del paro. Pues no, el Gobierno no tiene la capacidad de tocar un botón y decir que haya más o menos paro. Con Corbacho la protección a los desempleados se ha incrementado más que nunca en toda la historia de España», concluyó.