Economia

Bruselas da pasos para acabar con la opacidad de los mercados de derivados

La Comisión Europea quiere regular este tipo de operaciones para evitar crisis similares a la de Lehman Brothers

BRUSELAS. Actualizado: Guardar
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La Comisión Europea quiere hacer luz en los mercados de derivados y en otras operaciones financieras también opacas, como las ventas a corto y los CDS (Credit Default Swaps), que han adquirido un enorme peso en la actividad económica internacional estas dos últimas décadas y cuya utilización masiva por personajes desaprensivos de las finanzas está en el origen de crisis como la desatada en 2008, tras la quiebra de Lehman Brothers.

El proyecto de regulación de derivados y ventas a corto de la Comisión, que ayer presentó el comisario Barnier, responsable de la cartera, constituye una pieza central de la pretendida reforma de los mercados. Era tan deseada, y se ha hecho esperar tanto, que Alemania optó por prohibir unilateralmente determinadas operaciones de estas características antes del verano, lo que llevó a Nicolas Sarkozy y a la propia Angela Merkel a reclamar de Bruselas una respuesta más rápida al problema. Al final, los plazos han sido los definidos por el comisario (francés) y el asunto entra en el 'pipe line' legislativo cuando Bruselas preveía.

La Comisión quiere que estas operaciones, que se llevan a cabo casi siempre mediante acuerdos entre comprador y vendedor, adquieran una dimensión pública, bien porque sean identificadas una a una -caso de las operaciones de venta a corto-, bien porque se ejecuten a través de cámaras de compensación -las de derivados-. Toda transacción con derivados no negociados en Bolsa, conocidos como OTC, deberán ser comunicados a los registros centrales de datos, denominados registros de operaciones, a los que tendrán acceso garantizado los supervisores.

Las autoridades reguladoras tendrán información puntual de las deudas contraídas por cada cual y de las acumulaciones indebidas de riesgos, lo que facilitará la intervención moderadora de los responsables económicos del país. La comunidad financiera internacional observa con grandes recelos estos proyectos de normalización del mercado y ha advertido contra los riesgos que entraña el entorpecimiento de su actividad.

Para Barnier, y para otros responsables europeos, la necesidad de regular estos mercados está fuera de toda duda. «Los derivados OTC tienen un impacto enorme en la economía real y su influjo abarca desde las hipotecas hasta los precios de la alimentación». El volumen de dinero es, sencillamente, enorme, del orden de 600.000 millones de dólares al año, y tiene múltiples utilizaciones. Las empresas por ejemplo, los usan para cubrirse contra las variaciones de los tipos de cambio o las oscilaciones del precio del petróleo.

El problema estriba en que pueden ser utilizados por los especuladores, y así ha sucedido muy frecuentemente, para apostar a la baja por la evolución de determinados activos, acentuando o acelerando tendencias que, de otro modo, se habrían visto más contenidas. En determinadas circunstancias, además, la venta a corto se realiza, incluso, sin que el vendedor cuente físicamente con los títulos ni se haya comprometido a adquirirlos, lo que da un margen de acción desorbitado a los especuladores.