Ileana Martínez del Valle viajó desde Puerto Rico para el acto. :: S. SALAS
ANDALUCÍA

El limosnero que ascendió a los altares

GRANADA. Actualizado: Guardar
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El fraile capuchino Francisco Tomás Márquez Sánchez, Fray Leopoldo de Alpandeire, conocido popularmente como «el limosnero de las tres Ave Marías», se elevó ayer a los altares en un multitudinario acto de beatificación con el que ha culminado un largo proceso iniciado hace medio siglo.

Nacido en 1864 en el seno de una familia humilde de campesinos de la localidad malagueña de Alpandeire, decide pronto hacerse capuchino al oír las predicaciones en las celebraciones en honor del beato Diego José de Cádiz con motivo de su beatificación en Ronda.

A los 35 años ingresa en el convento de postulantes de Sevilla, y años más tarde, en 1903, es trasladado al convento de Granada, donde empezó dedicándose al cultivo de la huerta para más adelante ejercer de limosnero, cargo que desempeñaría hasta poco antes de su muerte. En 1953 sufre una caída con fractura de fémur que le retendrá en el convento durante tres años hasta su fallecimiento el 9 de febrero de 1956, fecha que cada año es recordada por los miles de fieles que se acercan a la cripta de Granada donde yacen sus restos.

Son varios los testimonios que aseguran haber visto al fraile levitar frente a algunas de las iglesias de Granada, como la de la Magdalena o San Antón, donde era habitual verle.

El primer paso para su beatificación se inició en 1958, sólo dos años después de su muerte, con el nombramiento del padre Ángel de León como vicepostulador de la causa, aunque no fue hasta 2006 cuando se abrió el proceso del milagro que ahora le ha sido reconocido -la curación de un «lupus eritematoso sistémico» a una mujer portorriqueña que tiene en la actualidad 50 años-.

La situación de esta mujer, Ileana Martínez -que viajó desde Puerto Rico a Granada para estar presente ayer en la ceremonia-, se agravó hasta el punto de que le dictaminaron un pronóstico muy reservado, si bien comenzó a experimentar una notable mejoría, que llegó hasta su curación total sin explicación científica, tras encomendarse al fraile.