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Latinoamérica

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Durante una reciente visita a Buenos Aires trataba de conciliar el sueño en la ciudad que nunca duerme y jugando perezosamente con la tele me encuentro una tertulia acerca de las denominaciones del subcontinente: Hispanoamérica, Iberoamérica, Latinoamérica, etc. Los intervinientes terminaron decantándose por Indoamérica: parece justo entregar el nomenclátor a los indígenas, más legitimados que los componentes de las tres grandes migraciones poscolombinas: conquistadores y colonos, esclavos africanos y emigrantes europeos del XIX. Pese a ello hoy Latinoamérica resulta mucho más universalmente aceptado; la denominación se introdujo en el XIX por los franceses como estrategia cultural para sustituir la declinante hegemonía española y así implantar un nuevo colonialismo que consiguen temporalmente en México. Pero fueron los norteamericanos quienes imponen ese término como parte del 'libro de estilo' de la prensa que alienta la guerra contra España para conquistar 'la perla azul del Mar de las Antillas', la preciada y siempre disputada Cuba. Hasta entonces escritores como Melville utilizaban 'el continente español' como poético toponimio. La independencia de las colonias españolas se produjo en tres etapas; la primera fue la gran epopeya de San Martín y Bolívar a principios del XIX que proporciona a Cádiz la fortuna de acoger la repatriación de capitales de criollos monárquicos y un consecuente periodo de prosperidad; la última fue la guerra de Cuba en plena implantación del imperialismo norteamericano. A este relevo de poder se añade la ruina de España que tuvo su origen en la mal llamada Guerra de Independencia a principios del XIX, la cual acaba con los avances de la Ilustración y abre el periodo más negro de nuestra historia jalonado por una sucesión de contiendas civiles, desde 'la francesada' hasta la dictadura de Franco pasando por tres guerras carlistas, como consecuencia de ello pasamos de ricos colonos a paupérrimos emigrantes.

Cambio de tercio relacionado con la mala imagen que todos pudimos percibir. En México se nos tachaba de genocidas y yo pensaba: puede que mis linajes tuvieran que ver con aquello pero resulta más probable la implicación de los antepasados de quienes acusaban. En Buenos Aires nuestra imagen la dibuja Quino con Manolito, el galleguiño amigo de Mafalda. Eso ocurría cuando aún éramos un país pobre y atrasado; en una charla reciente me dejó perplejo la queja de un italoporteño: «España piensa más en Bruselas que en sus antiguas colonias». Cambio de actitud debido a que ya no somos pobres emigrantes sino ricos inversores, porque tal como sostuvo Quevedo: 'Poderoso caballero es don Dinero'.