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Salvar al pulpo

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Hemos pasado unas semanas vibrando con nuestra selección, pendientes de todos y cada uno de los partidos de La Roja, y muy atentos a los vaticinios del pulpo. Realmente no ha venido nada mal que la celebración del Mundial, junto con la brillante trayectoria de España (en el torneo), haya coincidido con el momento en el que las nóminas comenzaban a enflaquecer, se engrosaban las cuantías de las facturas y subía el IVA. Durante este tiempo nos hemos casi olvidado de la hipoteca, de la crisis y de la que tenemos encima, y todo ello gracias a los chicos de la selección que han logrado unirnos a todos con su magnífico juego y su buen hacer. Un equipo para el que, como decía Vicente del Bosque, los principios y valores son tan importantes como alcanzar la victoria. El domingo pasado el país entero se unió bajo el lema de «yo soy español, español, español». La Cibeles se vistió de gala, la fuente mágica de Montjuic se iluminó de rojo, y hasta los leones de bronce de Trafalgar Square se anudaron la bandera española. La selección nos ha dado la victoria y nos ha regalado esa alegría que tanto se necesita. Pero ahora que ya tenemos la copa en casa, y aún con la resaca del triunfo, no nos queda más remedio que volver a lo cotidiano. Eso sí, con las pilas recargadas. Dicen que una empresa gallega ha ofrecido muchos miles de euros para comprar el pulpo y prepararlo con patatas y pimentón. No me parece que sea una buena idea. Creo que podríamos sacarle mucho más y mejor partido al, ya famoso, Paul el cefalópodo. No estaría mal adoptarlo, cuidarlo a cuerpo de rey, y acudir a él para que nos ilumine sobre lo que nos depara el futuro inmediato. También se le podría preguntar por algunas dudas que nos asaltan. Quizás el pulpo nos podría ayudar, por ejemplo, a averiguar qué ha pasado con los miles de millones que se encontraron en las cuentas suizas, y para saber cómo se ha terminado de regularizar la situación de los casi 3.000 presuntos defraudadores a Hacienda, los titulares de esas cuentas opacas en el país que nos dio el susto en Sudáfrica.