Condenado. Domenech dejará Francia tras el nefasto Mundial. :: AP
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Francia pierde el honor

La selección de un Domenech sentenciado cae ante Sudáfrica y se va del Mundial sin ganarLos 'Bafana Bafana' se cobran una estéril victoria sobre unos subcampeones disminuidos por la expulsión de Gourcouff

PRETORIA. Actualizado: Guardar
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Sudáfrica obtuvo ayer en el estadio Free State de Bloemfontein una estéril victoria por 2-1 sobre Francia que no le impidió convertirse en la primera selección anfitriona eliminada en la fase de grupos de una Copa del Mundo pero al menos puso su honor a salvo. Los franceses, subcampeones del mundo, se fueron a la 'maison' a las primeras de cambio como en el Mundial de 2002 y en la Eurocopa de 2008, con el ridículo añadido de haber mancillado la imagen de su fútbol y de su país con un comportamiento bochornoso.

El equipo 'bleu', que había llegado a Sudáfrica con una tramposa mano de Thierry Henry en la repesca con Irlanda, fue castigado en su deshonrosa despedida con una actuación arbitral casera y justiciera. Descentrados por los escándalos repetidos en su seno, tuvieron que enfrentarse con diez jugadores durante más de una hora por expulsión de Gourcouff, su mayor talento, a unos entusiastas 'Bafana Bafana' que les acorralaron, atosigaron y pusieron al borde de la deblace.

Tras las convulsas vísperas en el planeta azul, Domenech ejecutó la previsible revolución francesa. La cabeza más significativa segada por su guillotina fue la de Patrice Evra, que el día anterior ya no había comparecido a su lado en la ritual conferencia de prensa de pre-partido. Capitán de los 'bleus' desde los amistosos preparatorios, el lateral del Manchester United pagó los platos rotos por haber sido una de las cabezas visibles de los futbolistas amotinados. Su plaza fue ocupada por Gael Clichy en una defensa en la que Eric Abidal, desastroso contra México, fue reemplazado en el eje central por el sevillista Sebastien Squillaci.

Suplente hasta ayer, Alou Diarra cubrió la baja en la medular del suspendido Toulalan y heredó el brazalete de la capitanía de la selección. Yohan Gourcouff volvió al equipo flanqueado a la derecha por Gignac, que estrenó titularidad, y en el otro flanco por Ribéry, su teórico inquisidor. Con Anelka, el lengua sucia, ya en Londres y Thierry clavado al banco, Cissé debutó en el Mundial como titular para completar en la punta del ataque un 4-2-3-1.

Sin reacción

El primer tanto sudafricano llegó en una cantada de Lloris que salió en falso en un córner lanzado con el pie cambiado por Tshabalala a los veinte minutos. El balón llegó al segundo palo, donde el central Khumalo ganó la posición a Diaby sobre el que cometió una clara falta no señalada por el árbitro colombiano Óscar Ruiz. Cuatro minutos después el colegiado, abogado de profesión, confirmó que ejercía de fiscal de los franceses al expulsar con roja directa a Gourcouff por un codazo propinado a Sibaya en un salto por un balón dividido dentro del área.

Con diez hombres en el campo, Domenech se quedó anodadado, hiératico y pasivo, sin ninguna capacidad de reacción. Cualquier seleccionador digno de ese cargo hubiese rectificado posiciones de inmediato e introducido modificaciones en su dispositivo. La necesidad de incorporar a un hombre en la medular era clamorosa. Pero siguió jugando con dos delanteros natos como Gignac y Cissé sin desplazar al centro a Ribéry para asumir las tareas organizadoras como la situación reclamaba a gritos.

Los 'Bafana Bafana' aprovecharon el desconcierto galo para llegar por oleadas al área del nervioso Lloris. El segundo tanto tardó poco en llegar. Una pelota remitida al segundo poste, esta vez desde la banda izquierda, fue enviada al fondo de la red por Mphela, que se anticipó a Clichy. Francia era un equipo hundido mientras Sudáfrica conservaba aún esperanzas de clasificarse para los octavos de final.

Domenech tardó una veintena de minutos en ponerse a la altura de las circunstancias. Los que mediaron entre la expulsión de Gourcouff y el inicio de la segunda parte, cuando reforzó el destartalado centro del campo con Malouda y sentó a Gignac. Un disparo al larguero de Mphela, que ya había tocado madera contra México, preludió la sustitución de Cissé por Thierry Henry para vestir, probablemente, por última vez la casaca 'bleu', trece años después de su debut internacional. El delantero barcelonista, en tránsito hacia Nueva York, se colocó el brazalete de capitán como homenaje a una carrera excepcional al que le ha sobrado la última temporada.

Con los cambios, como no podía ser de otra forma, la maquinaria francesa funcionó mejor. Su juego ganó fluidez y profundidad, las combinaciones se hicieron más frecuentes y las pérdidas de balón dejaron de ser constantes en campo propio. La recuperación de los principios fundamentales tuvo como justa recompensa el gol de Malouda, asistido por Ribéry, que inauguró el casillero anotador francés en Sudáfrica. La sequía goleadora duraba desde el empate a uno en el amistoso con Túnez, pues el ignominioso cero había sancionado su inoperancia ante China, en otro preparatorio, Uruguay y México.

Los sudafricanos tuvieron excelentes ocasiones de marcar por tercera vez, sobre todo en las botas de Mphela, muy peligroso toda la tarde. En el descuento Lloris arrebató de los pies de Tshabalala la pelota que podía haber hecho más sangrante la herida 'bleu'. Por lo menos quedan apeados de la competición con el honor a salvo, cosa de la que no pueden presumir sus adversarios.

Cabeza gacha

Los franceses van a regresar a casa con la cabeza gacha y los bolsillos vacíos. La Federación francesa ha dejado claro que no cobrarán primas, como parece lógico. El dinero abonado por la FIFA en concepto de gastos de participación será repartido entre el fútbol aficionado y la Liga Profesional. En Francia les esperan las sanciones anunciadas por un Gobierno al que, por otra parte, le ha venido muy bien el vodevil sudafricano para escamotear a la opinión pública los recortes de la reforma de las pensiones.