Carlos Falcó | Bodeguero

«Sólo me he emborrachado una vez, y por ir de gallito»

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Una tranquila conversación con el marqués de Griñón deja muy buen paladar. Carlos Falcó (Sevilla, 1937) es cálido y afable como sus mejores vinos. Hasta parece razonablemente feliz. Que un día fuera marido de Isabel Preysler es sólo un apunte en la extensa biografía de este noble hombre de campo que ahora anda enamorado del aceite.

-Su libro, 'Entender de vino', va por la edición número 13. Espero que no sea supersticioso.

-No, je, je... Pero sí me ha quedado de herencia eso de no sentar a trece a la mesa. Por si algún comensal se ofende.

-Marqués de Griñón, de Riscal, de Cáceres... El vino parece casar bien con la nobleza.

-Eso es porque llevamos mucho tiempo vinculados a la tierra. En mi caso, éramos bodegueros agricultores. Se hacía vino en la bodega del castillo. Mi padre quería que yo fuera militar de caballería. Es por mi apellido Fernández de Córdoba, que viene del Gran Capitán. Pero mi abuelo me dejó parte de la finca y he podido realizar mis sueños.

-Creo que está a punto de serle infiel al vino con el aceite.

-Yo no diría exactamente infiel, porque en realidad el vino y el aceite siempre han sido pareja, desde los barcos fenicios. Fabrico un aceite que tiene seis veces más antioxidantes, y lo voy a contar en un libro.

-¿Entender de vino le ha ayudado a entender mejor a los hombres... y a las mujeres?

-Es posible: 'In vino veritas'. Eso va unido a la moderación.

-¿Qué es moderación en el vino?

-Según los estudios médicos, entre dos y cuatro copas al día. Alguna menos para las mujeres, porque tenéis menos deshidrogenasa, que es la enzima que rompe las moléculas de alcohol y evita que vayan a la sangre. Vosotras debéis tomar algunas copitas menos. Y además lo sabéis.

-¿Lo sabemos?

-Sí, sí. Las mujeres lo saben, por eso en general beben menos. Pero luego, catando, son más sensibles que los hombres porque están mucho más acostumbradas a apreciar los aromas.

De estudiante en Lovaina

-¿Nunca le ha traicionado el vino?

-Je, je... Sólo recuerdo haberme emborrachado una vez en mi vida siendo estudiante en la universidad de Lovaina, y por hacerme el gallito. Tendría 18 años y participé en un concurso a ver quién aguantaba más bebiendo. Yo quedé primero, pero en muy malas condiciones, claro.

-De sus vinos sabemos la edad. Pero en sus datos biográficos no figura el año en que nació.

-Soy del 37, lo que se dice un niño de la guerra. Mis padres se refugiaron en Sevilla y yo nací en el Palacio de las Dueñas. Mi padre, Manuel Falcó, era primo hermano del duque de Alba, el padre de Cayetana. Se refugió en ese palacio donde Machado escribió «Mi infancia son recuerdos...».

-Estará encantado de conocerse.

-No, ja, ja, ja... Todo lo que se recibe como un legado hay que cuidarlo, darle lustre y pasarlo a la siguiente generación. Ya sea una casa, una encina milenaria o un título nobiliario.

-Atribuye al vino la cultura de la moderación y la tolerancia. -¿Se está perdiendo en España esa cultura?

-A veces los españoles tienen razón en no verse reflejados en su clase política. En la España profunda, que es donde yo me muevo, te vas por la mañana a tomar un café al bar del pueblo y allí hay gente de distintas ideologías charlando sin esa crispación de los políticos. Yo estoy orgulloso de ser de la generación que hicimos la Transición.

-Creo que es muy amigo de José Bono.

-Mucho. Él ha prologado mi libro, elogiándome en exceso.

-¿Qué le ha parecido su reciente 'striptease' fiscal?

-Bien. Los políticos deben ser transparentes y dar ejemplo. En España el famoso 'boom' inmobiliario ha creado una cultura contraria a los valores que yo defiendo, y ha llegado a contaminar a algunos políticos. Se debe acabar con ello.

Ex de Isabel Preysler

-Casi olvidaba que fue usted marido de Isabel Preysler...

-De eso hace ya 25 años. Es una historia de otra generación, je, je... Pero no estoy arrepentido. Tenemos un resultado maravilloso que es Tamara, la tercera de mis cinco hijos.

-¿Le preocupa la inmensa repercusión mediática de Tamara?

-El consejo que le doy es que hable con la prensa sólo por cosas relacionadas con sus proyectos de moda y tal. Pero luego cada uno... Ella además cae muy bien. Es simpática y cariñosa.

-Por cierto que Preysler sí que no se añeja.

-Se cuida mucho. Y se nota, se nota.