EDUCACIÓN. I.E.S Castillo de Tempul (San José del Valle)

Embajadores para la convivencia

La iniciativa ha logrado reducir la conflictividad y ha facilitado a los tutores el conocimiento de los entresijos del aula Alumnos del Castillo de Tempul ejercen como mediadores para evitar problemas entre sus compañeros y los profesores

SAN JOSÉ DEL VALLE. Actualizado: Guardar
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Nunca pudo imaginar Platón que sus virtudes terminarían resolviendo los conflictos en un instituto de la campiña jerezana. Fortaleza, justicia y templanza, dijo el filósofo, son los valores inalterables del buen caballero. Y puede que sus argumentos no estén fundamentados en claves psicológicas, ni que su oratoria seduzca hasta distraer el mal humor y la ira mañanera de las aulas. Pero su poder de convicción y su mano izquierda es tal, que alumnos y maestros se atienen a razones cuando les escuchan.

Son conciliadores por naturaleza. Embajadores de la armonía y el compañerismo en unos tiempos en los que la conflictividad en las aulas está socavando la imagen de los institutos y desgastando el trabajo de alumnos y profesores. Un fenómeno que disminuye en las poblaciones rurales, donde el buen ambiente es la tónica habitual en las aulas y en los recreos.

«En la mayoría de los casos, el profesor no se entera de lo que sucede entre clase y clase. Y sólo se percata de que existe un conflicto cuando estalla. Los alumnos ayudantes están para evitar eso». El programa de mediadores se instauró en el I.E.S Castillo de Tempul, de San José del Valle, a principios de curso. Aplicado en primera instancia a 1º y 2º de ESO, el claustro pretende así preparar el camino para su posterior desarrollo en 3º y 4º, la siguiente fase.

Una versión objetiva

«Cuando ven que hay un típico pique entre compañeros, hablan con ellos para evitar que se les escape de las manos. El tutor tiene así información de primera mano de lo que sucede en los entresijos de su clase». José Reina, jefe de estudios, asegura que de momento, la experiencia está siendo muy positiva. «Ya ha habido un par de casos de integración de chicos con discapacidad que no se relacionaban con los demás». La figura del mediador sirve también para que el profesor obtenga una versión objetiva del conflicto. «Por supuesto se trata de un niño en el que ha de confiar y que le da seguridad. Normalmente, en las zonas rurales, los alumnos tienden a ser más nobles».

¿Pero cuál es el perfil del alumno ayudante? Obdulia Obrero, orientadora del centro, constata que no es fácil dar con el chico adecuado. «No puede pertenecer al grupo de los más avanzados, ni tampoco al de los más excluidos, sino al grueso de la clase que habla con todo el mundo. Debe caer bien a la mayoría, y que no le de vergüenza dirigirse a los demás ni hablar con ellos. También ha de tener iniciativa para organizar actividades en el patio, en el aula y dinamizar la convivencia». Cualidades que no están vinculadas a las notas de los exámenes. Es el caso de David Monroy, de 16 años, que repite curso.

Cuestión de confianza

«Él está logrando contener el ambiente conflictivo de un grupo de segundo, en el que muchos alumnos están esperando para abandonar el sistema porque no quieren seguir estudiando».

«En la clase hay algunos que les da por molestar siempre. Cuando se ponen muy pesados les pedimos permiso al profesor y los sacamos un rato fuera de la clase, hasta que se tranquilice». José Carlos Fuentes y Mario Tenorio son los mediadores de 1º de ESO y miden con el mismo rasero a sus compañeros y a los profesores. «El profesor de plástica gritaba mucho y discutía con los alumnos. Se lo dijimos a la tutora y ella habló con él. Desde entonces, todo ha ido bien». Reunidos con Noemí Ruiz y David Monroy, sus homónimos en 2º de ESO, hacen balance de sus primeros meses como mediadores.

Más allá de las habituales discusiones, la discapacidad se presenta como otro caballo de batalla para las poblaciones rurales donde no existen centros especializados. «Hay un compañero en silla de ruedas al que nadie se acercaba durante los recreos. Al principio no quería, pero conseguimos que jugara con nosotros a las cartas, al parchís.». Los chicos también se ocupan de otra compañera con problemas en clase. «La ayudamos a que preste atención y que siga las clases». Rosa Corbacho, profesora de Lengua resume el espíritu del programa de mediadores. «Todo lo que se hace está consensuado, y por supuesto que hay confianza en ellos, si no la hubiera no les daríamos esa libertad».