Desplante de El Fandi ante uno de sus enemigos en la primera de Feria de Jerez. :: CRISTÓBAL
Sociedad

Una tarde triunfal y sin relieve en Jerez

A pesar de las cinco orejas cortadas por los espadas el festejo resultó aburridoEl Juli realiza lo más destacado y sale a hombros junto a El Fandi mientras Cayetano obtiene sólo una oreja

JEREZ. Actualizado: Guardar
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Las nubes cubrían el centenario coso jerezano y la tarde se presentaba plúmbea y gris. Tan desapacible y triste se vislumbraba el cielo que hasta inundó de tristeza, sopor y aburrimiento el pobre espectáculo que sobre la histórica plaza se desarrolló. Tarde en la que no hubo sol, que careció de pasajes luminosos y lucidos, en la que todo transcurría de forma anodina, sin luz y sin relieves.

A pesar de todo ello se contabilizaron un total de cinco orejas, que hasta pudieron ser más si la señora presidente hubiera complacido la vehemente petición de más trofeos por parte de un amplio sector del respetable. Que los toros carezcan de fuerzas, de casta, de transmisión y de poder es sólo una minudencia intrascendente para los públicos.

Ahora bien, que el palco deniegue la segunda oreja a El Fandi tras perpetrar un trasteo maratoniano y sin interés, parece constituir toda una afrenta inaceptable. Negarle la segunda oreja a El Fandi, ¡Hasta ahí podríamos llegar! El torero granadino genera verdaderas pasiones, sobre todo cuando muestra sus atléticas cualidades durante el tercio de banderillas. Pareó mientras corría para atrás, de dentro a fuera, al violín, por los adentros, de podera poder... y hasta dio un salto de gimnástica solvencia a la barrera para regocijo y admiración de la asombrada concurrencia. Que después la reunión resultara más o menos ceñida no pareció objeto de incumbencia para el respetable. Inédito como sus compañeros con el capote ante la actitud distraída y desrazada de los astados, inició el trasteo de hinojos frente al quinto. Orante actitud que en seguida fue mimetizada por su enemigo cuando éste perdió las manos. Toro y torero de rodillas, pareció por un momento que iban a pedir perdón a la plaza por el pobre espectáculo que se estaba viviendo.

Pero no fue así. Cada uno asumió en serio su papel y el animal empezó a embestir, con desgana y sin codicia, pero a embestir, y El Fandi asumió el suyo: dar muletazos, muchos muletazos, hasta que el animal, extenuado, dio por terminado el capítulo que le correspondía y se paró definitivamente. Dos estocadas desprendidas le valieron a El Fandi sendas orejas tras dos larguísimas faenas.

Dos generosos apéndices paseó El Juli tras despachar al cuarto de la suelta de una gran estocada. Fue un toro sin fijeza ni profundidad en la embestida que ya había perdido las manos bajo el capote del madrileño. Pero a la postre, sería el toro que más y mejores embestidas regaló de todo el encierro. Inició El Juli el trasteo con la rodilla flexionada, la suerte cargada y ganado terreno en cada pase. Cuajó dos tandas estimables en redondo con derechazos ligados que se abrochaban con el de pecho. Tras desistir del toreo al natural, volvió a la mano diestra para culminar su labor con circulares con cites muy en corto.

Una faena larguísima y carente de alma realizó Cayetano a su primero, animal manso y sin transmisión alguna. Se prodigó en cites al hilo del pitón en un toreo pulcro paro periférico, sin intento alguno de apreturas. Una estocada en todo lo alto le valió un trofeo que perdería en el sexto por el mal uso de los aceros. Dejó ante éste una pincelada de auténtica torería, al dibujar dos bellos trincherazos de exquisito gusto al inicio de su labor.