Efectivos de la Guardia Civil proceden al rescate ayer por la tarde del cadáver de la niña, localizado en una fosa cercana a una antigua cantera de yeso de Seseña (Toledo). :: EFE
ESPAÑA

Detienen a una amiga de la niña encontrada muerta en Seseña

El cuerpo sin vida de Cristina Martín, desaparecida el martes, fue hallado con signos de violencia en una antigua cantera de yeso

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Desde que sus padres la echaron en falta a la hora de comer, el pasado martes, la localidad toledana de Seseña ha vivido pendiente del paradero de Cristina Martín de la Sierra. Las tareas de búsqueda de la niña, de 13 años, se interrumpieron ayer de forma abrupta, de la peor manera posible, cuando una pareja de la Guardia Civil localizó su cuerpo, con signos de violencia, en una antigua fábrica de yeso a las afueras del pueblo. Horas después fue arrestada una chica «del entorno de conocidos» de la víctima, según confirmaron fuentes de la investigación, por su presunta implicación en el caso, sobre el que el Juzgado de Instrucción Número 3 de Illescas ha decretado el secreto de sumario.

La última vez que la vieron, pasadas las once de la mañana del martes, Cristina había quedado con una amiga de su misma edad, al parecer la misma persona que acabó conduciendo a los agentes al lugar donde apareció el cadáver, en una fosa con forma de embudo a 3,5 metros de profundidad. Según apuntaron las mismas fuentes, en esa zona se habría producido una discusión entre ambas que pudo acabar en un trágico accidente. A falta de una confirmación oficial, los vecinos de Seseña, conmocionados, apuntaban distintas hipótesis sobre las circunstancias en las que se produjo la muerte de la adolescente. El dueño de un bar cercano a su domicilio afirmó que la detenida es una chica de quince años «de la pandilla del instituto» de la víctima, el IES Margarita Salas.

Se habían peleado

Otra mujer apuntó que «las niñas se pegaron en el mercadillo». Trataban de entender lo incomprensible, lo que se cruzó en el camino de la menor cuando se despidió de su madre, con la que acababa de dar un paseo por el pueblo, y prometió que regresaría al cabo de una hora. Ante su tardanza, los padres supieron desde el primer momento que no se había marchado por su propia voluntad. La habían castigado por llegar tarde el viernes anterior, pero la chica «no tenía ningún motivo para irse de casa», insistían. En las conversaciones que mantenía con sus amigas en Tuenti se la veía ilusionada con pasar las vacaciones de Semana Santa en casa de su abuela, en la localidad de Calzada de Calatrava (Ciudad Real) junto con sus padres y sus hermanos.

La familia debería haberse marchado el miércoles, pero para entonces su vida ya se había hecho pedazos. La llamaron al móvil decenas de veces sin obtener respuesta y la Guardia Civil rastreó sus últimas llamadas y sus comunicaciones en la red social para obtener indicios de una posible fuga. La amiga con la que había quedado declaró que la había visto con un hombre de unos 35 años «aparentemente tranquilo», pero su testimonio no encajaba con la percepción de familiares y amigos sobre el carácter de Cristina. «Te digo yo que esa chica no se iba con cualquiera. El que se la llevó la conocía», sentenció uno de los vecinos que aguardaban noticias poco después del hallazgo del cadáver.

Los agentes encontraron el cuerpo sobre las once y media mañana, horas antes de que el pueblo se volcara en una gran batida a petición del padre de la chica. Estaba en un lugar de difícil acceso, «con cuevas y recovecos donde juegan mucho los críos», describió el alcalde, Manuel Fuentes Revuelta (IU). El portavoz de la Guardia Civil en Castilla-La Mancha, José Luis González Capilla, confirmó su identidad a media tarde, después de que los expertos en rescate de montaña recuperaran el cuerpo. Aun así, desde el primer momento era difícil ignorar la evidencia. Los agentes reconocieron la ropa que vestía Cristina en el momento de su desaparición, algo en lo que los padres, que distribuyeron su imagen en lugares públicos de la localidad y en pueblos cercanos, insistieron tantas veces al denunciar su desaparición ante la Guardia Civil y la Policía Local.

Lo describieron con todo detalle: camiseta blanca con un dibujo de la popular 'Hello Kitty', chaqueta del mismo color, pantalón de pana beige y botas negras. Todo el pueblo tenía esa imagen en la cabeza para buscarla por los alrededores del castillo de Seseña, una zona donde hay un arroyo muy frecuentada por los jóvenes de la localidad. Por eso fue imposible evitar que se desbordara la desesperanza cuando llegaron las primeras noticias del hallazgo.

Pruebas y fotografías

En un día frío y a ratos lluvioso, decenas de vecinos y periodistas se arremolinaron en torno al cordón de la Guardia Civil mientras agentes de la Policía Judicial buscaban pruebas y tomaban fotografías subidos a un montículo. Esa zona ya fue rastreada por efectivos del instituto armado y voluntarios el pasado martes, el mismo día en que se perdió el rastro de Cristina. Buscaron por todo el parque, por la estructura de la fábrica, que lleva años abandonada, y en otra caseta sin encontrar nada, ya que el cuerpo apenas era visible desde la superficie.

El cadáver presentaba signos externos de violencia y al cierre de esta edición no se conocían las causas de la muerte, ni si la chica fue víctima de algún tipo de agresión sexual. La Guardia Civil pidió la colaboración de expertos en rescate de montaña ante la dificultad de acceder al lugar donde yacía Cristina, que no llegó a disfrutar de sus últimas vacaciones.