Barack Obama y Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes, aplauden durante un acto de los demócratas en el Capitolio de Washington. :: AP
MUNDO

Obama desafía a la historia de EE UU

El presidente logra vencer las resistencias de los demócratas antiabortistas y despeja el camino para que se apruebe su plan de salud

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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La ley de reforma sanitaria de Estados Unidos se encaminaba anoche hacia una histórica aprobación en la Camara de Representantes después de que congresistas demócratas reticentes a apoyarla a causa del espinoso tema de aborto retirasen su veto. Tras obtener garantías de Obama de que no habrá fondos federales para sufragar la interrupción del embarazo, Bart Stupak, el líder del grupo de demócratas católicos que se oponía a la reforma, dio luz verde al apoyo de su grupo y con ello la posibilidad de que se alcancen los 216 votos imprescindibles para aprobar la ley. El pacto entre el Gobierno y esta facción se conoció cuando en la Cámar baja se seguía desarrollando el debate del proyecto legislativo más importante de Obama. «Hemos llegado a un acuerdo que ha permitido sobrepasar la mayoría necesaria para convertir la medida en ley», declaró el congresista en una rueda de prensa.

Mire por donde se mire, el paso dado ayer por la Cámara de Representantes ocupará un lugar prominente en la legislación social de la historia de EE UU, una meta perseguida por las administraciones demócratas desde hace más de un siglo cuando el presidente Theodore Roosvelt trató de proporcionar a sus compatriotas un sistema universal de salud que se correspondiera con las altas cotas de bienestar de la pujante democracia americana.

Harry Thruman en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, Lyndon Johnson en la década de 1960 y Bill Clinton en su primera etapa de gobierno han sido los mandatarios que con más ahínco lo intentaron, tropezando siempre con enconada resistencia de un sector importante de la sociedad norteamericana. Frente de ellos, como no, el Partido Republicano, en esta ocasión formando un bloque más monolítico que nunca, opuesto como nunca antes cuando lo que estaba en juego era la introducción de una legislación social de gran calado. Pese a su rechazo, muchos conservadores reconocen la magnitud del logro de Obama: «Obviamente ha conseguido algo que ningún presidente ha sido capaz antes que él. En ese sentido es un hecho histórico», admitió el senador republicano por Tennessee, Lamar Alexander. En clara señal de que su partido seguirá dando guerra añadió tajante que «esta ley no termina en absoluto con el debate sobre el futuro de la sanidad».

Aunque el éxito del mandatario es indudable y probablemente impulsará su estancada cota de popularidad, la intensidad y duración del debate sobre la reforma también ha erosionado considerablemente al propio Obama y a los demócratas. Su persistencia en sacar la reforma a toda costa ha ayudado al fortalecimiento de los grupos sociales más conservadores, como el 'Tea Party'.

Sarah Palin

Este movimiento liderado por ciudadanos de a pie tan del gusto de representantes del ala derecha republicana como Sarah Palin ha revolucionado la forma de hacer política, promoviendo reuniones por todo el país para expresar su oposición a una ley que para muchos significa más control del Estado sobre la economía, más impuestos y un sistema que atenta contra la libertad de elección de los ciudadanos, lo que, a su juicio, viola preceptos básicos de la Constitución.

Si en los difíciles tiempos de la lucha por los derechos civiles en los años 1960, Washington era escenario frecuente de manifestaciones para espolear a la clase política a que legislara medidas sociales, quienes hicieron más ruido ayer en la capital federal no fueron las asociaciones defensoras de una sanidad para todos y a precios asequibles. El ruido vino sobre todo de la mano miles de personas ligadas al 'Tea Party' que se congregaron en la explanada frente al Capitolio para protestar mientras los congresistas se disponían a votar la ley.

Vista en su conjunto, la reforma sanitaria cuenta con más defensores que detractores, si bien esta no es la manera en la se esperaba iban a sucederse los acontecimientos. Cuando el presidente hizo bandera del proyecto el pasado año, casi nadie puso en duda que se trataba de la mejor oportunidad en una generación de asegurar que todos los estadounidenses tendrían acceso a un seguro de salud. El grado de consenso entre las empresas, industria y trabajadores sanitarios y el gobierno era tan alto que el ruido que hicieron entonces los republicanos apenas se escuchó.

Un año más tarde, Obama ha logrado por fin su objetivo no si antes tener que hacer importantes concesiones a miembros de su partido que no han sido inmunes a la polarización de una parte importante del electorado en asuntos tan delicados como el aborto.