El papa Francisco sonríe a su salida de la iglesia del Jesús de Roma. / Angelo Carconi (Efe)
el último gesto de un papa peculiar

La priora de Lucena: «Nunca pensé que se acordaría de nosotras»

Las monjas carmelitas, que recibieron la inesperada llamada telefónica del Pontífice en Nochevieja, desvelan que Francisco les transmitió un mensaje de esperanza

MADRID Actualizado: Guardar
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El Papa Francisco cerró su primer año al frente de la Iglesia Católica sin defraudar a quienes le contemplan como un renovador de la imagen pública de la milenaria institución. No se olvidó Bergoglio de una de las congregaciones que más han marcado su trayectoria, las Carmelitas Descalzas, que cumplen cuatrocientos años de historia. No esperaban las religiosas que residen en el convento de Lucena que el Pontífice quisiera felicitarles personalmente.

Poco antes del mediodía del pasado martes, Francisco trató sin éxito de contactar telefónicamente con las hermanas. El mensaje que dejó registrado en el contestador ha dado la vuelta al mundo como un trazo más del peculiar carácter del argentino. Sor Adriana de Jesús Resucitado, priora de la congregación, ha explicado en la Cadena Cope que en ese momento se encontraba con sus compañeras "en el rezo de la Sexta". Cuando escuchó la grabación reconoce que "se quería morir". "Nuestra amistad es de hace quince años pero jamás pensamos que el Papa se iba a acordar de nosotras", afirma sorprendida.

Una vez superado el mal trago, Sor Adriana realizó todas las gestiones posibles para intentar corresponder el gesto de Bergoglio. "Llamé al obispo, al vicario, comenté lo que había pasado. A través del Nuncio me facilitaron un teléfono pero no pude contactar con él. Yo pensaba que el Papa estaría ocupadísimo", asegura la priora.

Tras horas de incertidumbre, pasadas las siete de la tarde, el teléfono volvió a sonar. "Le pedí permiso para hablar con el manos libres para que escucháramos todas. Nos trasladó el mensaje de que no nos dejáramos robar la esperanza porque la tristeza, que es el alimento más sustancioso del demonio, lleva a la pereza espiritual y a la desesperanza". Pese a que inicialmente no daban crédito, las carmelitas entienden el gesto como parte de "la sencillez y la cercanía" del Pontífice y su intención de que todo aquel que se acercase al convento recibiera "su cordial saludo y bendición".