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España se obliga a ganar en Francia

El récord de Del Bosque, el joven 'centenario' de Ramos y el regreso de Villa a Gijón marcan el choque ante la débil Finlandia

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España está obligada a someter a Francia en París si no quiere verse abocada a una repesca inquietante en la escala previa al Mundial de Brasil. Es el duro castigo recibido por jugar al paso en el primer tiempo y echarse a dormir en cuanto Ramos celebró su ‘centenario’ con un buen cabezazo que, a priori, suponía la rendición de los abnegados soldados finlandeses en El Molinón. Un solo acercamiento les bastó a los nórdicos para firmar un empate histórico para ellos que manchó el buen nombre de los campeones de Europa y del mundo y ensombreció una jornada a priori festiva.

Se saludaban ya los finlandeses y pedían intercambiar sus camisetas con sus ídolos españoles cuando el trencilla rumano indicó el descanso. Se felicitaban porque habían sido capaces de frenar a los campeones sin sufrir apenas sobresaltos durante 45 minutos. Para el colista del grupo y el representante de un país donde el hockey sobre hielo y el ‘pesäpallo’ (especie de béisbol) son los deportes de referencia, sellar un empate a nada tras el primer acto ya es un triunfo. Y sin dar patadas, ni perder el tiempo con mal estilo. A partir de ahí, solo hay que imaginarse cómo se habrá celebrado en Helsinki el punto cosechado al final en Gijón.

Prueba inequívoca de que los nórdicos no se vieron muy exigidos es que solo tuvieron que cometer dos faltas en el primer acto. Y eso que la posesión de España en ese período ya rondó el 85%. Mucho balón, innumerables toques, pero nula profundidad. Deberían saber ya los hombres de Del Bosque que para descerrajar a este tipo de equipos que solo buscan defenderse con hasta diez jugadores siempre por delante de balón, se requieren precisión, clase pero, sobre todo, rapidez y movilidad con y sin balón. Si el jugador que pasa luego no se ofrece y se queda quieto y si todos la piden al pie, hasta los nórdicos se defienden sin sobresaltos.

Del Bosque no sorprendió con el once. Por primera vez en ocho años, España salía sin Xavi y Xabi Alonso, tan necesarios como el comer en el centro del campo. Uno, el catalán, porque maneja como nadie los tiempos de los partidos y disfruta de una visión de juego inigualable; otro, el donostiarra, porque combina como nadie en Europa el pase en corto con el juego en largo y esos cambios de orientación que recuerdan a Schuster. Pero no es excusa su ausencia porque con Busquets, Cazorla e Iniesta en la sala de máquinas, a España tendría que sobrarle fútbol para golear al disciplinado grupo de Paataleinen.

Bosque de piernas

Salió Villa tirado hacia la izquierda y Cesc de falso nueve, un método que va camino de convertirse casi en una norma no escrita en la selección. Faltaron desborde por banda, profundidad y desequilibrio en el uno contra uno. Sobraba un lateral como Arbeloa, con serios problemas para poner balones en buenas condiciones cuando se acerca al área, y se echaban de menos extremos puros como Navas. También se añoraba a Pedro, ya que el tinerfeño desborda y está casado con el gol en los últimos duelos de la selección. Sí hizo bien España al intentarlo desde fuera del área, una orden de Del Bosque, que una y otra vez exigía dar más amplitud al juego y que Cazorla e Iniesta no se encerraran por el centro. Fruto de disparos de Cesc, Cazorla e Iniesta llegaban las únicas ocasiones de marcar.

Finlandia fue uno de los combinados más defensivos a los que se ha medido España. Recordó a la Georgia que solo fue sometida por el acierto postrero de Soldado en Tiflis. Nada que ver, desde luego, con lo que algunos jugadores españoles comentaron en la previa, tras observar algún vídeo. Si los finlandeses juegan con tres arriba, tratan de tocar y presionan arriba, que venga Dios y lo vea. Incapaces de dar tres pases seguidos, solo inquietaron en un tiro de Roman Eremenko, centrocampista del Rubin Kazán y el mejor de los visitantes al no estar, por sanción, su hermano Alexei. Quizá porque gozan del mejor sistema educativo del mundo, los finlandeses son de lo más obedientes. Responden fielmente a las consignas de quien les dirige. Una línea de cuatro y otra de cinco casi pegadas, y por momentos las dos dentro del área. Encontrar huecos entre ese bosque de piernas es tarea ardua.

Se requería cambiar el guión y Del Bosque mostró cintura táctica al mover ficha en el intermedio. Entró Pedro, que se pegó a la banda izquierda, se fue Cazorla, Cesc se retrasó como centrocampista y Villa se situó en punta. El equipo se mostró más rápido y agresivo. Le metió un par de marchas más al partido y encontró premio rápido. Silva la puso de cine en el enésimo saque de esquina y Ramos se elevó para celebrar su partido cien. Lo más difícil estaba conseguido. Desaprobó al técnico por retirar a Villa y buscó más remate y poderío aéreo con Negredo. Pero el ‘Guaje’ se marchó sonriendo para compartir sus experiencias con sus colegas del banquillo. España cometió el imperdonable error de pensar demasiado pronto en Francia. Finlandia no asomaba pero el exiguo 1-0 siempre genera incertidumbre. Ese era precisamente el runrún de la afición cuando, en el único buen ataque visitante, Pukki, ex del Sevilla B, dibujó el empate. Doce minutos para volver a enchufarse. Del Bosque se desgañitó pero no le entendieron. Cuando uno se duerme a deshora, cuesta desperezarse. Aun así, en el arreón final llegaron las mejores ocasiones. A buena horas, mangas verdes.