análisis

Obama, en Israel

El viaje del presidente estadounidense coincide con dos hechos relevantes: Un nuevo gobierno en Israel y, el llamado “proceso de paz” con los palestinos está por completo varado más olvidado que nunca

MADRID Actualizado: Guardar
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El artículo que sigue podría haberse titulado “Obama, por fin en Israel” y así, con un “por fin”, lo percibe el israelí medio que, como su gobierno, está aún sorprendido de que el presidente no haya visitado su país, con el que los Estados Unidos mantienen una relación especial de intimidad sin parangón y al que describen como “su mejor aliado”.

Todo esto late tras la llegada de Obama a Israel hoy para un viaje que ha sido preparado con gran minuciosidad, según muchos comentarios y que coincide, además, con dos hechos relevantes: a) desde el lunes hay un nuevo gobierno en Israel; b) el así llamado “proceso de paz” con los palestinos está por completo varado, más olvidado que nunca.

Obama no viajó a Israel en su primer cuatrienio deliberadamente. Tras ganar contra pronóstico (Hillary Clinton era vista como segura candidata demócrata) el presidente, desinhibido y con ganas de innovar, fue audaz a más no poder: hizo una gira en la que Egipto fue el centro y allí, en la universidad de El Cairo, pronunció su inolvidable discurso al mundo árabe el seis de marzo de 2009… pero no se acercó al vecino Israel, a media hora de avión. El mensaje pareció inequívoco.

Netanyahu, antes y ahora

Era entonces primer ministro en Israel Benjamín Netanyahu, cuya capacidad para el rencor está acreditada, de creer a los colegas israelíes, y sigue siéndolo tras ganar las elecciones en enero pasado, aunque con resultados mediocres. Ese resultado le obligó a formar un gobierno inesperado, sin ultra-ortodoxos y dominado por la mayor concentración de partidos anti-palestinos nunca visto en Israel. De hecho, los colonos organizados han tomado el control de la política de gestión de los territorios ocupados, la cuestión nacional palestina no ocupó apenas tiempo en la campaña y la eventual aplicación de la llamada “solución con dos Estados” se ha evaporado.

El gobierno americano ha dejado caer con filtraciones a la prensa que la Casa Blanca no tiene ahora un plan nuevo que ofrecer y que el presidente no acude con algo concreto en el bolsillo. Está, se diría, a la espera de lo que decidan los interesados, una conducta que parece mezclar el desinterés y la frialdad tras haber hecho el presidente gestos diversos, sobre todo en la provisión de equipo militar y una contribución decisiva a la protección anti-balística de Israel, sin pedir nada a cambio. Algo ha funcionado porque, aunque el ochenta por ciento del público israelí cree que Obama es hostil y más pro-palestino que pro-israelí, el viaje y sus previsiones, con visitas muy significativas y un discurso muy prometedor resultan balsámicos y abundan hoy los comentarios calurosos.

Pero, en el fondo, la desconfianza permanece y cada parte probablemente tiene un calendario en el que modular las relaciones. Los israelíes saben que Washington podría compatibilizar su respaldo militar a Israel y su compromiso explícito con su seguridad (en ausencia, por cierto, de todo tratado: la alianza es “de hecho”, como en muchas parejas de éxito) con presiones políticas en nombre de sus necesidades frente al agitado e inmenso mundo árabe.

Una previsión sin fecha fija

Es preciso tener en cuenta que Obama es lo que se llama en la jerga americana “un presidente-segundo mandato”, es decir, el último mandato, que autoriza libertades e iniciativas que no podría tomar en el primero, en este caso sin alienarse a la opinión norteamericana, singularmente la clase político-parlamentaria, muy pro-israelí pese a todo. No hay un plan que vender o, menos aún, imponer a la parte israelí, pero sería ingenuo pensar que Obama va a conformarse.

De hecho, ya hay movimiento. John Kerry, el nuevo Secretario de Estado, ya estuvo en Israel, se fue, se unió a la comitiva presidencial, dejará el país el jueves en la misma comitiva… pero vuelve el sábado. ¿Para hacer turismo o para examinar la situación? El nuevo Secretario de Defensa, Chuck Hagel (conocido como el único crítico explícito de Israel y que, por eso mismo, conoció serias dificultades antes de ser confirmado por la mínima por el Senado) llegará el mes próximo… Lo probable es que haya una tregua, incluso larga, que pondrá a prueba a las partes. Después el conflicto volverá a su condición prioritaria.

Washington tiene un arma letal en sus manos: no vetar eventualmente el ingreso de Palestina en la ONU como un Estado de pleno derecho ((ahora lo es, pero con un status menor, de “observador”) y en las fronteras del 67… lo que haría de Israel, definitivamente, un Estado que ocupa militarmente el suelo de otro, una condición insostenible, además de un “estado-segregación”, la nueva Sudáfrica del siglo XXI. Todo esto, sin disparar un tiro… Una alternativa a medio plazo sería la aparición de hecho de lo que el rey Abdalá de Jordania acaba de llamar “Isratine” (un híbrido de ISRAel-palesTINE) un estado extravagante donde la demografía daría la victoria final a los no judíos…

Nada de esto emergerá en la visita de Obama. Hoy toca reconciliación, buen tono y normalización. Pero solo durará lo que deba durarle a un “presidente de segundo mandato”…