Análisis

Londres, París... Y Washington

Circulan noticias según las cuales Londres y París están sopesando entregar armas a la rebelión siria

MADRID Actualizado: Guardar
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Esta mañana circulan noticias según las cuales Londres y París están sopesando entregar armas a la rebelión siria, contra el criterio restrictivo hasta ahora observado, que es también el de los Estados Unidos. Aunque con menos eco en los medios, se dice que el gobierno italiano (provisional a esta hora a la espera de uno nuevo) también podría decidirse.

La decisión, si es finalmente tomada, prueba hasta qué punto la comunidad internacional está dividida sobre cómo proceder al respecto. La facción más decidida a actuar encontró ayer en el primer ministro británico un portavoz explícito. David Cameron dijo que preferiría una posición coordinada con nuestros socios europeos pero como somos todavía un país independiente, podríamos optar por una política independiente”.

La pregunta inmediata es la de saber si la eventual decisión británica tiene alguna clase de luz verde o está avalada con Washington, donde el nuevo equipo de seguridad y política exterior de Obama, con el nuevo Secretario de Estado, John Kerry, como portavoz, mantiene una reticencia y una cautela que, sobre todo, sopesa la situación regional y de conjunto.

La reticencia norteamericana

Se diría que en la conducta norteamericana está pesando el recuerdo de Iraq, una guerra de más de ocho años de resultados políticamente discutibles en términos prácticos y devastadores en el registro moral y psicológico. Obama ganó su primera presidencia desde su conocida oposición a la guerra y hay una extendida repugnancia intelectual y estratégica a involucrarse a fondo de nuevo en la región.

Kerry aceptó, por no decir que propuso, la fórmula intermedia: entregar armas no letales y proveer instrucción militar en campos en suelo turco y jordano, además de proveer al mando oficial de la rebelión información táctica obtenida por los satélites americanos. Todo pensado en función de un hecho central que está alterando la consideración general del conflicto: el auge del islamismo radical pro-al Qaeda en las filas de la rebelión.

Las pruebas se anotan a diario y dos en particular lo confirman. El primero es el incidente, que no recibió el eco que merece, en el que 48 soldados sirios y nueve iraquíes murieron a principios de mes en Iraq. Los uniformados habían pasado a suelo iraquí, heridos o agotados, fueron atendidos y cuando volvían a Siria, desarmados y bajo escolta, fueron emboscados por al-Qaeda que los mató. En Washington la portavoz del Departamento de Estado, Victoria Nuland, emitió uná durísima condenación mientras el sedicente “Emirato Islámico de Iraq” se vanagloriaba en internet de su hazaña al matar a soldados safavidas (chiíes en la terminología crudamente sunní de al-Qaeda”).

El segundo hecho es que cuando los rebeldes tomaron hace ocho días Raqa, una ciudad grande y primera capital de provincia en sus manos, los observadores locales advirtieron que la conquista era sencillamente obra del “Frente al-Nusra”… la expresión de al-Qaeda en la revuelta y hostil a todo arreglo negociado de la crisis. El Frente está en su yihad…

La exposición de Clapper

Lo dicho es como el argumento que sustentó la relevante constatación del Jefe Nacional de Inteligencia de los Estados Unidos, James Clapper, quien el lunes dijo esto: “las malas noticia, con todo mi respeto para la oposición, es la creciente prevalencia del Frente al-Nusra, un vástago de al-Qaeda en Iraq, que ha ganado fuerza en combatientes y otros órdenes en el seno de la oposición, lo que augura grandes problemas en el futuro”. Más claro, imposible…

Así, pues, Washington cree que al-Assad debe irse y hasta entiende que sus días están contados… pero no hará nada, a ningún precio, que dé un gramo de peso militar o político a al-Qaeda, su genuino enemigo y su obsesión desde el once de septiembre de 2001. De ahí su predilección oficial por un desenlace negociado y, a ser posible, avalado por Rusia. John Kerry se reunió hace dos semanas con su colega ruso Serguei Lavrov y se advirtieron ciertas coincidencias derivadas de este punto, por lo demás común: al-Qaeda, también es adversario de Moscú en las repúblicas musulmanas del Cáucaso.

La dificultad conceptual y política de resolver la cuestión ayuda de hecho a Damasco, que siempre presentó su resistencia, entre otras cosas, como una obligación frente al radicalismo yihadista-sunní. Es difícil imaginar a Londres y París haciendo por su cuenta lo que Washington cree que no puede ser hecho sin ayudar en la práctica al yihadismo, convertido en su enemigo de cabecera.