Una monja rezando en el Vaticano. / Afp
SEDE VACANTE

Las estrellas son ellos

Decenas de sacerdotes y monjas disfrutan en las horas previas al cónclave de la atención de los medios de comunicación y de los turistas

ENVIADO ESPECIAL A ROMA Actualizado: Guardar
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Si el día en que Ratzinger anunció su renuncia la fotografía de un rayo impactando en la cúpula de la Basílica de San Pedro representó el ícono de todas las vicisitudes de su papado, el diluvio que ha caído esta mañana, a eso de las 11, sobre Roma ha sido para muchos el presagio de otro papado, el próximo, que podría augurarse como complicado. Y sin embargo, siempre que llueve escampa, y miles de personas no estaban dispuestas a que unas cuantas gotas de agua arruinaran uno de los días más grandes para la Iglesia Católica: el día del inicio del cónclave.

Esta mañana, las estrellas en la plaza de San Pedro han sido los religiosos. Pero no los cardenales, ni tan siquiera los obispos, que también los había paseando entre las columnas diseñadas por Bernini. Esta vez, el protagonismo de verdad ha recaído en los sacerdotes y monjas más humildes, los que están más abajo en el escalafón de la Iglesia, que por un día eran entrevistados por los medios de comunicación y requeridos por los turistas para hacerse unas fotos inolvidables.

Vestidos con sus mejores galas, no se puede decir que los curas -la mayoría de negro riguroso, salvo un grupo de capuchinos- llenaran de color el Vaticano (esa misión, aparte de otras, corresponde a la Guardia Suiza), pero sí que su presencia llamó la atención. Y si eran africanos o asiáticos, mejor todavía para convertirse en objeto de los periodistas que pululaban por la plaza en busca de testimonios.

"¿Cómo está viviendo este momento?", era la pregunta obligada. Y las respuestas no variaban demasiado. "Es un día de mucha emoción", explicaba el padre Daniel, mexicano, consciente además de que los latinoamericanos van a jugar un papel clave en la cita de estos días. Quizá por eso se escuchaba con atención a los brasileños, como el sacerdote Joao. "No voy a decir que lo más importante es que haya un Papa latino porque lo importante es que haya un Papa que atienda a toda la Iglesia", explicaba. A su lado, otro sacerdote del otro lado del charco, pero esta vez norteamericano, se esforzaba en explicar que Benedicto XVI había dado "un ejemplo" con su renuncia.

Pero algunas conversaciones no eran tan profundas. Algunos grupos de sacerdotes no dejaron de hacerse fotos y de disfrutar de una mañana inolvidable. No todos los días se está en Roma cuando se elige un Papa. Y también, entre los paraguas, disfrutaban las monjas. La imagen de la chimenea era una de las más inmortalizadas por los turistas, muchos de los cuales han contemplado en alguna de las pantallas gigantes instaladas en la plaza, con los paraguas bien abiertos, la misa previa al cónclave. Los reporteros de televisión, mientras tanto, preparaban sus conexiones desde las plataformas instaladas por la Santa Sede a escasos metros de la plaza. Más de 5.000 periodistas están acreditados. Esta tarde comienza el cónclave de verdad, pero la emoción se masca desde muy temprano en el corazón del Vaticano.