Nadal devuelve una bola. / AFP
TENIS

Nadal va por buen camino

El balear vuelve a morder un trofeo después de nueve meses de sequía

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Menos mal que no estaba al 100%, pensaría David Nalbandian. Un pensamiento suyo y de todos los rivales que se han medido a Rafa Nadal desde su regreso salvo Zeballos. Y es cierto que no está a su mejor nivel, como ha reconocido desde su regreso a las pistas, pero también lo es que una versión ligeramente descafeinada del siete veces campeón de Roland Garros es suficiente para ganar a este Nalbandian. En su segunda cita para superar sus miedos, en su segundo torneo del año, Nadal fue más efectivo y voluntarioso que brillante, aunque ofreció una de las mejores versiones de lo que va de 2013. Es obvio que está lejos de su nivel. Es evidente que está más inestable de lo habitual. Aun así venció al argentino por 6-2 y 6-3. Y así ganó el torneo de Sao Paulo -ATP 250-, su primer título desde que se alzase con Roland Garros hace siete meses.

Un partido en el que fue el absoluto dominador a excepción del inicio del segundo parcial. Era muy difícil que se repitiese lo de la final de Viña del Mar, donde Zeballos hizo el partido de su vida y Nadal perdonó todo lo que pudo y más. Y eso que el duelo empezó en modo pista rápida: poco ritmo, escasos intercambios y demasiados fallos de ambos, algo que no favorecía al español. Pero la apuesta de Nalbandian por acortar los puntos y no dejar que Nadal cogiese confianza no surtió efecto. Al contrario, le activó y propició que se metiese en la pista y comenzase a mandar.

El peso y la variedad en sus tiros, que le llevaron a cerrar la primera manga con un buen nivel, se evaporaron al inicio del el segundo. Hasta entonces Nalbandian había retado a Nadal a jugar a ráfagas. Y se había encontrado con un tenista que jugaba alegremente, empeñado en hacerse fuerte desde el fondo de la pista y obstinado en retomar sensaciones.

El Nalbandian que tenía un guante en el revés, que era un matagigantes y una pesadilla para cualquier rival, barrió a Nadal los tres primeros juegos. Sin embargo, ese nivel duró escasamente diez minutos. El argentino fue perdiendo el gas y la fuerza. Retrocedió por el empuje del balear y le dejó la iniciativa. Es decir, firmó su sentencia de muerte. Sin la movilidad ni la agilidad desde el fondo de la pista que le han llevado a lo más alto, el balear optó por dejar de lado su versión defensiva para volver a pasar al ataque. Y con un parcial de 6-0 en el último acto confirmó que su vuelta al circuito va por el buen camino.