SANIDAD

Vivir entre agentes tóxicos

Las enfermedades ambientales son unas grandes desconocidas para los médicos y una amenaza para las industrias

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Las enfermedades ambientales, que están causadas por múltiples agentes tóxicos y cuya incidencia no para de crecer, representan un reto para la medicina tradicional y una amenaza para los intereses de las industrias químicas, lo que obstaculiza su reconocimiento. Así lo explica la médica y afectada por sensibilidad química múltiple (SQM) Pilar Muñoz-Cavero, quien ha reconvertido su Fundación Alborada, en Madrid, tras superar una crisis por la que ha estado "entre la vida y la muerte" y que la ha llevado a dejar de centrar su actividad en la rehabilitación de personas con adicciones para volcarse en este tipo de enfermos.

Muñoz-Calero, que comparte su experiencia sobre las enfermedades ambientales con los asistentes a la Semana de la Ciencia y la Innovación de Las Palmas de Gran Canaria, explica que, aunque son multicausales, estas patologías aparecen como una reacción fisiológica a sustancias potencialmente tóxicas. Son sustancias que encontramos de forma cotidiana en productos "tan normales" como colonias, perfumes, suavizantes para la ropa, cosméticos, cremas, alimentos, el agua que bebemos y el aire que respiramos.

Muñoz-Calero resalta que este tipo de enfermedades abarca un abanico bastante amplio, en el que figuran la fibromialgia o el síndrome de fatiga crónica, si bien la SQM es una de las más desconocidas, pese a que afecta al 5% de la población, mientras que un 15% sufre "síntomas enmascarados". La doctora sitúa a la SQM entre las llamadas "enfermedades emergentes" y destaca que en España aún no se ha reconocido como tal, lo que sí ha ocurrido en otros países como Alemania, Austria, Japón y Canadá, algo que no es de extrañar, dice, si se tiene en cuenta que la OMS "tardó 14 años en reconocer la esclerosis múltiple como enfermedad".

Complejo diagnóstico

La SQM puede cursar con síntomas tan inespecíficos y múltiples como los neurológicos, la pérdida de memoria o de concentración, mareos, vértigos y migrañas, alergias respiratorias o intolerancia a alimentos, con los que podría sospecharse de cualquier tipo de enfermedad o confundirse con un simple cansancio o un mal dormir. Ello implica que su diagnóstico sea complejo, aunque, en opinión de Muñoz-Calero, esta complejidad obedece al hecho de que se sigan utilizando métodos hasta ahora conocidos, en lugar de adaptarlos a este "nuevo paradigma".

"Estamos ante unas enfermedades que causan los tóxicos y, como no se buscan esos tóxicos, muchos de los métodos diagnósticos utilizados hasta ahora no sirven", refiere. Para tratar de afinar con estos pacientes, la Fundación Alborada realiza el cuestionario QESSI, de la doctora Miller, que se ha validado en algunos países y permite determinar el origen de las reacciones físicas a determinados tóxicos, método que se complementa con pruebas analíticas.

Desconocimiento de la patología

Pilar Muñoz reconoce que patologías ambientales como la SQM, que se pueden sufrir en grado leve, moderado o severo, "no son compatibles con una vida normal", ya que pueden obligar a recluirse "en una burbuja" a quien las sufre en estados avanzados, en los que no se tolera ni el agua. A estas situaciones se suman los "estigmas sociales" que recaen sobre estas personas debido al desconocimiento que existe sobre lo que les ocurre. Y es que, según la doctora, "los propios médicos son los primeros que desconocen esta patología y los primeros que piensan que es un problema psicológico, porque no la han estudiado en la carrera, por lo que no saben dónde encuadrarla".

Preguntada por si la medicina actual está a la altura de este reto, Muñoz-Calero considera que "hay médicos mucho más abiertos, que tienen en cuenta que el organismo humano y la vida son, en el fondo, un misterio, y que la ciencia se ha ido corrigiendo a sí misma continuamente". A su juicio, la historia se repite y siempre se encuentran "médicos mucho más pioneros, vanguardistas y valientes, que son capaces de ir abriendo camino, y otros muchos que no creen, hasta que llega un momento en que acaban confirmando y aceptando" la realidad.

Sustancias naturales

En el caso de las enfermedades ambientales, la doctora cree que "queda muchísimo trabajo por hacer todavía" porque es un terreno en el que "hay demasiados intereses creados para no apoyar su investigación". "Estamos denunciando a industrias químicas y farmacéuticas. Ahora mismo casi no existe un lugar en el mundo en el que no podamos hablar de que existan estas sustancias químicas", ha resaltado. Pilar Muñoz afirma que muchas de la sustancias tóxicas que usamos a diario se pueden sustituir por otras naturales, como el suavizante para la ropa por el agua con bicarbonato, que además es antiséptico. Sin embargo, lamenta que la gente "no se pare a mirar qué come, qué bebe o qué se pone" y considera que se ha perdido la capacidad de crítica y de cuestionar lo que se hace.