análisis

Gaza: lo mismo, pero diferente

El esperado alto el fuego entre Israel y Hamás empezará a media noche de este martes

MADRID Actualizado: Guardar
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El esperado alto el fuego entre Israel y el Hamás ('Movimiento de la Resistencia Islámica') en Gaza empezará a media noche de este martes, hora local, confirmando rumores que circularon todo el día y cuando Israel terminaba de lanzar octavillas en Gaza-ciudad pidiendo la evacuación de la misma, una indicación de que, supuestamente, iba a desencadenar una gran operación por tierra.

Sin embargo, prácticamente nadie en el mundo, Israel incluido, veía como probable una nueva invasión del tipo de la de enero de 2009 ('Operación Plomo Fundido') por la buena razón de que no acabaría militarmente con Hamás, no daría el menor rédito político y, en cambio, sí suscitaría una negativa reacción internacional por la muerte de civiles. De hecho, tal reacción ya había comenzado al circular la cifra oficial de 116 muertos palestinos, de los que la mitad son civiles y de ellos bastantes niños, contra tres bajas israelíes. La operación, ahora bautizada un poco más discretamente 'Columna de defensa', no ha recurrido a las tropas de tierra salvo para movilizarlas y disponerlas para un eventual ataque como elementos de presión en lo que fue apenas iniciado un conflicto político de hecho inseparable del escenario regional entendido como un todo.

La actitud de Hamás

En este registro, como se ha preguntado Elliott Abrams, un exasesor de seguridad de Bush y proisraelí de cuota, lo relevante es adivinar por qué ha hecho Hamas lo que ha hecho, el por qué provocó la crisis con un aumento lento pero perceptible de sus lanzamientos de cohetes hasta hacer inevitable la respuesta israelí.

Sus explicaciones remiten a respuestas también políticas, como si fueran parte de un plan minucioso, una conducta deliberada que no es tan misteriosa o extravagante como parece. En primer lugar, debe ser relacionable con el auge del islamismo político en el mundo árabe (con nuevos gobiernos islamistas elegidos y estables en Túnez, Egipto y, en cierto modo, en Libia). El caso crucial, el gran cambio regional es el de Egipto.

El Gobierno del presidente Morsi -que, definitivamente, hace buenas migas con Obama, quien le llamó ayer tres veces por teléfono- no ha cambiado realmente la gestión de fondo de la crisis respecto a los parámetros invariablemente seguidos en estos casos por su antecesor, Hosni Mubark. Pero sí, y clamorosamente, en la forma: envió a Gaza el sábado a su primer ministro, se alineó con la crisis de la agresión israelí, ordenó evacuar a hospitales egipcios a los heridos más graves y aportar medicinas y alimentos a los sitiados y, sobre todo, organizó algo sin precedentes: una visita a Gaza de los ministros árabes de Exteriores con el jefe de la Liga Árabe. Lo nunca visto…

El estilo Morsi

En los días, los largos días, de Mubarak, la franja, de ordinario cerrada a cal y canto, era el feudo del general Omar Suleiman, quien fue el intocable jefe de la “Dirección de Inteligencia Nacional”, el alma de la seguridad nacional y la dimensión diplomática de la misma, quien estuvo en el cargo nada menos que 18 años. Los militares que gobernaron Egipto tras la revolución de 2011 lo sustituyeron por el general Murad Muwafi y el presidente Morsi puso en lugar de éste al general Rafaat Shehata.

Todos, en realidad, hacen lo mismo: negociar una tregua hablando con los israelíes directamente (hay relaciones diplomáticas y ninguna dificultad en hacerlo, por tanto) y presionando a la parte palestina. Pero ninguno lo hacía cuando su jefe, el presidente, había llamado a El Cairo al embajador en Israel, cuyo regreso va para bastante largo al parecer, y, después de que hubiera movilizado a la opinión árabe y organizado expediciones diplomáticas ministeriales a la franja.

Morsi ha actuado atendiendo al sentimiento nacional egipcio… pero cuidando al gran socio norteamericano que se porta muy bien, además, ha prometido mantener la asistencia económica y militar y cuenta con él para ordenar el escenario regional, Siria incluida. Hamas, pues, ha corrido un riesgo calculado: no morirá bajo las bombas israelíes y se refuerza, tras ganar las últimas elecciones legislativas palestinas, como su brazo militante y luchador… muy al contrario que la “Autoridad Nacional Palestina”, que bajo la juiciosa dirección del pacífico y moderado Mahmud Abbas, pierde peso.