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Netanyahu, en campaña

El presidente de Israel ha empeorado hasta niveles sin precedentes la relación con Washington

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El presidente de Israel (que lo ha sido todo en su larga vida pública: tiene 89 años) dijo una vez que comprometer la relación con los Estados Unidos era el peor de los pecados que podía cometer un primer ministro israelí… pero el vigente, Benjamín Netanyahu, ha ignorado el sabio consejo y ha empeorado hasta niveles sin precedentes la relación con Washington.

Para ser más exactos, con Barack Obama, quien habría preferido un gobierno israelí favorable a una solución política con los palestinos desde el consenso internacional de las fronteras del 67, que se abstuviera de seguir colonizando la orilla occidental del Jordán y, sobre todo, dejara de presionar a Washington para que sostuviera o encabezara un eventual bombardeo.

La situación ha ido tan lejos que hoy por hoy, a solo unas horas de saber si Obama será reelegido y contra la discreción propia de estos trances, Netanyahu ha declarado que un líder sólido no puede delegar en nadie la seguridad de su país ni pedir permiso a nadie. ¿Ben Gurion pidió apoyo a Washington para proclamar en 1948 el Estado de Israel o Levi Eshkol en 1967 para enfrentarse a Egipto, se preguntó ayer retóricamente?

Militares y espías, en contra

Estos hechos se inscriben en un contexto que en realidad es muy anterior y que el tiempo ha hecho empeorar. Hace unos días trascendió que el primer ministro y su ministro de Defensa, general Barak, habían ordenado en 2012 al Estado Mayor que activara los preparativos y estuviera listo para ejecutar pronto (otras versiones prefieren ya) el bombardeo sobre instalaciones nucleares iraníes… pero el general Ashkenazi, entonces jefe del Estado Mayor y Meir Dagan, jefe del Mossad (la CIA israelí, para entendernos) se mostraron algo más que reticentes y pretextaron que la orden debía ser dada por "el gobierno en pleno" y no por dos de sus integrantes…

El mensaje no pasó inadvertido: el establishment militar y de inteligencia, por mayoría abrumadora al parecer, se opone al ataque por razones puramente prácticas (no garantiza el éxito ni mucho menos el fin del programa iraní) y políticas (sin Washington es un suicidio diplomático). Netanyahu, hombre visceral y de tendencia autoritaria, acusó el golpe y rebajó el tono, pero fue subiéndolo de nuevo al calor de la política de conjunto de los Estados Unidos en relación con el mundo islámico y terminó por indicar abiertamente a Washington su prisa y su intención al pedir en público a Obama que marcara "las líneas rojas" con Irán, es decir, aclarara cuando habría cometido Teherán el pecado suficiente en su plan para justificar un ataque.

Fue el final de la relación con Obama porque se interpretó la actitud israelí como un crudo intento de condicionar la política exterior y de seguridad del gobierno de Washington. El contacto se limitó al teléfono y el mínimo indispensable, con el detalle de que el presidente no encontró un minuto en Nueva York en la apertura de la Asamblea General de la ONU para reunirse con el bullicioso primer ministro.

Elecciones a la vista

Para entonces, ambos estaban inmersos en un proceso electoral, con la salvedad de que el de Netanyahu era desconocido: en total secreto estaba terminando de perfilar con su nuevo y flamante socio preferente, Avigdor Lieberman, la estrategia conjunta del Likud e "Israel Beiteinu", cuyo líder, el propio Lieberman, un judío de procedencia rusa, es ahora ministro de Asuntos Exteriores. Bien cerrado el arreglo, Netanyahu anunció elecciones anticipadas (el 22 de enero) y la "unión electoral" de ambas formaciones.

Si se añaden los ahora asociados menores de Netanyahu, el Shas y la constelación de pequeños partidos todos colonizadores y nacionalistas y/o religiosos es muy probable que el dúo pueda disponer de mayoría absoluta y mucho margen de maniobra… otro mensaje enviado a Washington, donde, sin embargo, los judíos votarán como siempre alrededor de 70 por ciento demócratas y 30 republicanos.

Se dice que, al parecer, el único país del mundo fuera de los Estados Unidos donde Romney ganaría la elección es Israel, pero sería un error pensar que el presidente republicano sería un incondicional de Netanyahu. Tras su visita a Israel, donde algún miembro de su equipo debió ser desmentido por interpretar a Romney… quien, aunque en buenos términos con el primer ministro y muy caluroso con Israel, se acomoda ahora al estribillo de que aún queda mucho antes de recurrir a medios militares en el asunto iraní.

Tal vez recuerde que en los días de la invasión de Iraq, el socio histórico de los Estados Unidos, Gran Bretaña, resumió muy bien el estado de ánimo de eso que se llama "Occidente" por boca del entonces ministro de Exteriores, Jack Straw: si Washington recurre a bombardear Irán, nos encontrará en cordial desacuerdo…