luto en el mundo de la música

Muere Robin Gibb, el verso suelto de los Bee Gees

Su voz y su talento compositivo ayudaron a que el trío de hermanos vendiera más de 200 millones de discos. Ha fallecido a los 62 años, tras un largo cáncer.

MADRID Actualizado: Guardar
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Robin Gibb, un tercio de los Bee Gees, falleció el pasado domingo a los 62 años, tras casi dos años de lucha contra el cáncer de hígado y colon que a mediados de abril le llevó al coma, estado del que salió, inesperadamente, una semana después.

Robin fue una pieza clave en el gigantesco éxito de los Bee Gees -200 millones de copias vendidas en casi cinco décadas-, uno de los grupos de mayor relevancia en la historia del pop mundial. De manera un tanto injusta, a los Bee Gees se les recordará casi exclusivamente por su etapa disco de mediados de los 70, cuando arrasararon gracias a la banda sonora de Fiebre del sábado noche, pero por encima de todo el trío de hermanos eran grandes compositores de pop, con decenas de deliciosas canciones en su haber, tanto en su primera etapa como en los 70 y 80, cuando también escribieron por encargo para artistas como Barbra Streisand o Dolly Parton.

Robin Gibb nació junto a su gemelo Maurice en 1949 en la isla de Man, Gran Bretaña, en el seno de una familia muy musical (el padre fue líder de un grupo en la era pre-rock, la madre cantaba) que desde pequeños les animó a actuar en público. En 1958, buscando una vida mejor, emigraron a Brisbane (Australia), donde aún adolescentes, tres de los hermanos (Robin, Maurice y el mayor, Barry) formaron un grupo, primero llamado Brothers Gibb, luego abreviado como BGs, hasta llegar al definitivo Bee Gees.

A mediados de los 60 los Bee Gees volvieron a Inglaterra, donde pronto gozarían de sus primeros éxitos, temas como New York Mining Disaster o Massachusetts, marcados por la belleza de las armonías vocales y por un fuerte espíritu romántico, casi sensiblero, pero nunca forzado. Aunque no llegaron a las cotas de violencia de los hermanos Davies (Kinks) o Gallagher (Oasis), la relación entre los tres no era fácil, especialmente por la competitividad entre Barry y Robin. En 1969 deciden separarse y Robin adelanta por la derecha al mayor, consiguiendo un éxito en solitario ('Saved by the Bell') y componiendo una pieza orquestal sobre el alunizaje del Apollo 11. Recuerden: Robin tenía sólo 19 años por aquel entonces.

A principios de los 70, los Gibb resolvieron sus diferencias y siguieron cosechando éxitos menores, derivando hacia el soul, el R&B y los ritmos bailables, de manera que la petición de su manager de escribir canciones para una película sobre los machos alfa de discoteca no les pilló de sorpresa. Sí debió de asombrarles la extraordinaria repercusión del filme y de su banda sonora. Para siempre quedarían asociados a pelotazos bailables como 'Stayin' Alive' o 'Night Fever', a las camisas con grandes solapas y las botas de tacón cubano.

En los 80 los Bee Gees se retiraron del ojo público para componer para otros, volviendo en 1987. Entretanto, Robin Gibb continuó publicando música en solitario, con algún single relevante como 'Juliet'. En 2003 falleció Maurice, su gemelo, un duro golpe del que le costó mucho recuperarse. Ya en 2010 le fue diagnosticado el cáncer, contra el que peleó con uñas y dientes, llegando a salir hace un mes de un coma. Robin, la voz trémula, el compositor delicado e inquieto, era un superviviente nato -a finales de los 60 sobrevivió a un accidente de tren y a una avalancha en los Alpes-, pero no puedo con este último obstáculo.