GASTRONOMÍA

Novatos entre fogones

Los clubes de cocina proliferan por toda España. En ellos se enseña desde cómo cortar una cebolla a la elaboración de platos internacionales

MADRID Actualizado: Guardar
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Leonor no lo dudó cuando decidió el último regalo de cumpleaños de su novio Jorge. Podía haber tirado por lo clásico, pero prefirió salirse de lo común. Hace tiempo que es consciente de que su pareja tiene un don con la cocina, oculto, pero un don al fin y al cabo. “Tiene potencial y quise afinar su talento culinario”, explica esta experta en marketing de 29 años mientras reduce a cuadraditos un calabacín. A pocos metros, su novio Jorge, prepara una crema pastelera. El regalo es compartido: un curso para principiantes en el Cooking Club de Madrid.

El fenómeno de los clubes de cocina avanza por toda España. En ellos se enseña casi de todo: comidas de andar por casa tipo lentejas o estofado, salsas, panes o filigranas más especializadas como sushi japonés o los omnipresentes cupcakes. “El primer motivo de este auge es un tema de salud. No se puede estar comiendo de plato precocinado. Uno se cansa de las pizzas, de los sandwiches, de la comida fácil y un poco de plástico”, explica Cristina San Gil, directora del Cooking Club de Madrid.

Además, la tradición culinaria de las madres –hoy abuelas- no ha pasado de forma natural a las nuevas generaciones, por falta de tiempo o por desgana, pese a que siguen siendo el referente cuando se habla de suculentos platos. “Uno se da cuenta de lo bien que cocina tu madre cuando te vas de casa”, se lamenta Pedro, fan número uno de las legumbres, cómo no, de su progenitora. A este arquitecto de 55 años le ha tocado picar cebolla para el pisto de la clase de hoy, aunque también echa una mano en los otros dos platos: carrillera de ternera y buñuelos de viento rellenos de crema.

“Cuidado, que el aceite se quema”. Carlos Salazar, cocinero y maestro, se mueve con agilidad pasmosa entre los fogones. Enseña, bromea, está pendiente del último detalle y resuelve dudas. “¿Guisar un secreto ibérico? Eso es un crimen”, responde entre risas. Hace fácil lo difícil y da su receta para que los novatos se quiten el miedo a aprender a cocinar: “El ingrediente principal es tener ganas. Si vienes a pasar el rato no te sirve de nada. Aquí viene gente muy preparada y gente que no sabe ni hacer un huevo frito, y a veces terminan siendo mejores alumnos estos últimos”.

Detrás de la proliferación de estas escuelas de cocina también está la crisis. A la hora de comer de lunes a viernes, el menú del restaurante va perdiendo adeptos y los tuppers están colonizando las oficinas. “También es más barato y agradable organizar una cena en casa para los amigos”, añade San Gil.

Los platos ya están en su punto. Huelen tal como lucen. Ahora toca comprobar cómo saben. Es el primer día y Leonor y Jorge tienen claros sus objetivos. Él aspira a dominar el gazpacho y a aprender a preparar un plato de cocina japonesa para su pareja. Leonor es un poco menos ambiciosa: “Me conformo con saber hacer una tortilla española bien hecha”.