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Cristina Fernández asume su segundo mandato invocando a su fallecido esposo

La presidenta recuerda a Néstor Kirchner en su juramento: "Si así no lo hiciese que Dios, la Patria y él me lo demanden"

BUENOS AIRES Actualizado: Guardar
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Con una catarata de elogios a su gestión, evocaciones a su marido y antecesor, el fallecido Néstor Kirchner, y algún que otro regaño a dirigentes oficialistas, la presidenta argentina, Cristina Fernández, ha asumido su segundo mandato con un impecable aspecto y sin abandonar su riguroso luto.

Los incesantes aplausos, los cánticos peronistas y los papeles blancos y celestes, los colores de la bandera argentina, que sobrevolaron el Parlamento abrieron la ceremonia de asunción del segundo mandato de Fernández, de peinado impecable y con un vestido negro hasta las rodillas y mangas de encaje. Su hija menor, Florencia, el gabinete de ministros y el flamante vicepresidente, el hasta ahora ministro de Economía, Amado Boudou, se sumaron a la fiesta peronista con cánticos, los brazos en alto y los dedos en V.

Tras estrechar fríamente la mano del vicepresidente saliente, Julio Cobos, que finalizó su mandato como uno de los principales opositores al Gobierno, Fernández entró al recinto para jurar su cargo y pronunciar un discurso de más de una hora en el que no escapó al llanto al recordar a Kirchner, fallecido el 27 de octubre de 2010.

Fernández ha roto el protocolo al evocar a su esposo durante la jura y recibir la banda presidencial de manos de su hija menor, en un emotivo gesto en el que no ha podido disimular el llanto. La presidenta ha jurado su cargo sobre la biblia pero cambió la fórmula final: Si así no lo hiciera, que "Dios, la Patria y él (Kirchner) me lo demanden", ha manifestado.

"Por no dejar" sus convicciones, "dejó la vida", ha afirmado en alusión al exmandatario (2003-2007), poco antes de cerrar su discurso con lágrimas en los ojos, y arropada por sus hijos, que también exhibieron gestos de emoción. "Ay Dios", se le ha escapado a Fernández al iniciar su discurso ante un recinto repleto de legisladores, funcionarios, militantes, presidentes de la región y artistas, como el premiado productor y compositor Gustavo Santaolalla.

Arropada por sus hijos y su familia

En una intervención centrada en temas económicos y en los logros de su gGbierno, la presidenta no se ha resistido a lanzar algún que otro "regaño", como cuando el timbre que convoca a sesiones parlamentarias ha sonado por error y la ha obligado a interrumpir su discurso. "Julián, esto no pasaba cuando estaba Cobos", ha afirmado con sorna la mandataria al dirigirse al nuevo presidente de la Cámara de Diputados, el exministro de Agricultura Julián Domínguez, que sustituye a Cobos. También ha pedido al legislador oficialista Eric Calcagno que no levantara la mano cuando lo mencionó en su intervención. "No soy la maestra", ha aclarado.

Muy cerca de la presidenta, Boudou y los ministros de su Gabinete han seguido toda la ceremonia con atención, como también su hermana Giselle Fernández y su madre, Ofelia Wilhelm, que no han perdido ocasión de aplaudirla. También allí se encontraban Florencia, vestida con un vestido blanco y azul y una imponente adorno negro en su cabeza, su hijo Máximo, de luto, con traje y corbata negra, y la novia de este, Rocío García, con un vestido color crema y negro.

Desde uno de los principales palcos escucharon atentamente el discurso los presidentes de Brasil, Dilma Rousseff; Bolivia, Evo Morales; Paraguay, Fernando Lugo; Uruguay, José Mujica; y Chile, Sebastián Piñera; y el príncipe de Asturias, Felipe de Borbón. Entre los asistentes también estaban las presidentas de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, y de Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, que escoltaron en el palco a Eduardo Luis Duhalde, secretario de Derechos Humanos.