EXPOSICIÓN

El poder del verde

Emilio Ambasz presenta las maquetas de sus obras en el Reina Sofía, donde conjuga naturaleza con obras urbanas

MADRID Actualizado: Guardar
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"El príncipe se me murió". Emilio Ambasz suelta la frase con un deje de nostalgia mientras observa una maqueta de uno de sus proyectos malditos, de esos que realiza en su estudio pero que nunca han visto la luz. Otros, en cambio, son 'santificados' por constructores y clientes. El regente fallecido no era otro que Raniero III de Mónaco. Como su sucesor, estaba obsesionado en ampliar su minúsculo país a costa del mar. Planteó la idea y el arquitecto hispano-argentino le propuso ampliar una de las zonas de embarque del puerto. El proyecto era sencillo: ampliar la media luna actual drenando el puerto. Se duplicaba la actual extensión, se creaba un gran espacio verde y se podía construir más hoteles. "Tampoco se perdían los amarres, que cuestan cuatro mil euros al día", matiza Ambasz.

El proyecto se quedó en el limbo, Montecarlo no tiene zona verde y la maqueta se muestra hasta el 16 de enero en el museo Reina Sofía junto a otros 35 proyectos de este arquitecto, padre de la fusión entre los materiales creados por el hombre y la naturaleza, lo que el denomina "el verde sobre el gris" o la búsquesa de nuestro sitio, el del ser humano, en la naturaleza. "Debemos diseñar un pacto de reconciliación en el que tengamos ambos elementos, el edificio y el jardín. Es decir, el 100% de cada uno, orgánicamente integrados. En dicho concepto, el edificio devuelve, en forma de vegetación accesible para la comunidad, la máxima cantidad posible de la tierra que abarca", apunta Ambasz, quien empezó hace casi cuatro décadas con esta idea. "Tengo hijos, nietos y bastarditos que intentan negar al padre", comenta el arquitecto, quien considera que muchos se han subido a este carro años después de que él empezara a desafiar con su visión las ideas preconcebidas sobre construcción, proponiendo diseños verdes para hospitales, invernaderos, rascacielos, viviendas, edificios de oficinas o grandes almacenes. "Creo que todo proyecto arquitectónico que no intente proponer nuevos o mejores modos de existencia es poco ético. Considero que la tarea del arquitecto consiste en reconciliar nuestra naturaleza artificial con la orgánica que se nos concedió", explica. Además, Ambasz considera que la arquitectura verde es todavía "un arte, más que una ciencia" que necesita un periodo de formación.

Tierra y espacio

La muestra 'Emilio Ambasz. Invenciones: arquitectura y diseño' enseña algunos de los edificios más emblemáticos que ha diseñado este arquitecto, como la Prefectura de Fukuoka. "En Japón, los edificios cuestan quince veces menos que los terrenos porque no tienen dónde construir", explica. Este edificio es un ejemplo del deseo de "devolver a la comunidad en forma de parques y jardines el equivalente del suelo que abarca la huella del edificio. La cara norte del edificio es una elegante fachada urbana, mientras que el lado sur prolonga un parque existente a través de una serie de jardines en terrazas que ascienden hasta la cima del edificio".

Otro ejemplo construido es el Jardín Botánico de San Antonio (Estados Unidos), que se ha convertido en la segunda atracción más visitada de la ciudad después de El Álamo. En este innovador proyecto, la tierra sirve de contenedor para las plantas, protegiéndolas de la luz y el calor solar extremos; mientras que las amplias claraboyas, las pirámides inclinadas y los conos de cristal curvo, que sugieren un observatorio cosmológico, emergen de las suaves ondulaciones del terreno, reflejando un cielo siempre cambiante. Las salas de exposiciones se distribuyen alrededor de un patio típico de la arquitectura tradicional de Texas.

Pero también hay otros 'montecarlos' en la pinacoteca madrileña. Allí está el proyecto que hizo para la Expo de Sevilla. Su idea era crear tres lagos en una de las orillas del Guadalquivir y solo construir en tierra los edificios más necesarios para la ciudad. En esos tres lagos se instalarían los pabellones de los países, que serían barcos. "Era una alegoría. Los españoles llegaron hace 500 años y ahora les devolvemos la visita", indica el arquitecto. Esos barcos se marcharían después de la muestra. La ciudad estaría conectada a la Expo mediante pequeños barcos como los 'vaporettos' venecianos. "El proyecto no ganó y todos sabemos como está ahora lo que se hizo", comenta con media sonrisa. Otros proyectos presentados en Reina Sofía son el Center for Applied Computer Research (México D.F., 1975) o la Casa de Retiro espiritual (Sevilla, 1975).

Emilio Ambasz nació en 1943 en Argentina y estudió Arquitectura en Princeton. Ha trabajado como comisario de diseño en el Museum of Modern Art de Nueva York (1970-1976), donde dirigió e instaló numerosas exposiciones sobre arquitectura y diseño industrial. Ha sido presidente de la Architectural League durante dos periodos (1981-1985), y ha impartido clases en la School of Architecture de la Princeton University y, como profesor visitante, en la Hochschule für Gestaltung de Ulm, Alemania. Posee también numerosas patentes de diseño mecánico e industrial y ha recibido importantes galardones por ello, como el Gold Prize otorgado por el IBD estadounidense en 1977 por su codiseño del sistema de silla Vertebra. Representó a Estados Unidos en la Bienal de Venecia de 1976. En 1989 tuvo lugar la retrospectiva 'Emilio Ambasz: architecture, en el Museum of Modern Art' de Nueva York, y ese mismo año tuvo lugar en el San Diego Museum of Contemporary Art la exposición itinerante Emilio Ambasz: architecture, exhibition, industrial and graphic design. Otras retrospectivas de su obra se han celebrado en la Tokyo Station Gallery de Japón en 1993, y en el Centro Cultural de Arte Contemporáneo de la Ciudad de México en 1994.