Luiz Costa de Oliveira con su familia. / Foto: Wilson Moreno/Jornal Gazeta do Oeste
un pequeño harén

El papuchi brasileño

Un agricultor de 90 años tiene 50 hijos de cuatro mujeres: dos esposas, su cuñada y su suegra

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Luiz Costa de Oliveira no tiene vicios de bar. Lo suyo es el campo y las mujeres, aunque lo primero lo tiene descuidado, que ya son 90 abriles. A las conquistas no ha renunciado, así le caigan cien... años. Porque descendientes son unos pocos más. Este jubilado brasileño tiene una prole que espanta a cualquiera: cincuenta hijos, un centenar de nietos y treinta bisnietos. Aclara, como si hiciese falta, que siempre le gustó la compañía femenina, así que se ha montado su pequeño harén: dos esposas, la cuñada y la suegra. Los romances no han sido clandestinos, todo lo contrario, luz y taquígrafos. Ellas consienten los 'deslices' de Luiz y se reparten el cuidado de los chiquillos sin reproches.

Esta es la foto de familia -de parte de la familia-. En medio, como un marajá, Luiz, el padre de todos. Luego los lazos se enredan hasta formar un nudo. Luiz es marido de María Francisca de Silva, primera por la izquierda, 65 años, con la que ha tenido 17 hijos; cuñado y amante de Ozelita, la de la derecha, hermana de la primera, 58 años, relación de la que nacieron 15 churumbeles; y yerno y amante de Francisca María, 89 años, la madre de las otras dos, y madre también de uno de los vástagos de Luiz. Falta la primera mujer, ya fallecida, con la que este agricultor empezó su carrera procreadora: 17 hijos. Cincuenta en total, con un lío de apellidos que no controla ni el padre: "No sé decir el nombre de todos –de las mujeres sí, que tres se llaman Francisca-, pero sé que tengo muchos hijos y nietos y bisnietos esparcidos por ahí", cuenta sin sonrojo.

El milagro procreador de este hombre será cosa de la naturaleza, pero él también ha hecho lo suyo. Hace cuarenta años que dejó de fumar y beber, lleva una dieta a base de arroz impuesta por la necesidad, no se queja de un dolor de aquí o allá y siempre encuentra hueco para darse un paseo, ahora que ya no se deja los riñones en el cuidado de la huerta. También debía venir de fábrica un carácter nato de conquistador que le ha hecho famoso en su pueblo, Campos Grande, en la región de Río Grande do Norte (2,7 millones de habitantes), una esquinita de tierra que se asoma al océano Atlántico desde el nordeste de Brasil. "Lo que mejor hizo Dios en el mundo fue la mujer", dice el galán.

No tuvo que salir a buscar, a sus amantes las encontró en casa. Luiz Costa de Oliveira se casó joven, como era costumbre antes, con una mujer de la que solo se sabe que se llamaba Francisca y con la que engendró 17 criaturas. A la muerte de su esposa se las vio negras para sacar adelante a semejante cuadrilla sin ayuda femenina y con la exigente rutina de la labranza. Entonces conoció a María Francisca, que se ofreció a echar una mano con los niños. Acabaron casándose y teniendo otros 17 chavales. Con 34 retoños faltaban manos, así que su cuñada, Ozelita, empezó a ayudar a su hermana y a Luiz en las tareas de la casa. El cabeza de familia no solo aceptó encantado la ayuda con la cosa doméstica, sino que encontró en su cuñada a una amante entregada. Entre tanta ida y venida Ozelita concibió quince hijos con Luiz, que ha vivido media vida entre la huerta y la casa. Pero se amontonaba el trabajo y llegó la suegra para aliviar. Claro que también se dejó seducir y concibió un niño con su yerno.

Solo unos gemelos

Las tres mujeres, que han coincidido embarazadas y pariendo hijos prácticamente a la vez, no sufren de envidias ni tienen una mala palabra para Luiz. "Él nunca nos ha tratado mal a ninguna, siempre ha cuidado bien de los niños y no ha faltado nada en casa", cuenta María Francisca, su mujer oficial. Ella habita en una de las dos casonas de la calle Artur Almeida donde se reparte la familia. Cuenta Cosme, uno de sus nietos y el único caso de gemelos, que la convivencia "es complicada", pero la cosa no va más allá de los habituales conflictos domésticos.

La curiosa biografía de Luiz Costa de Oliveira la ha descubierto el 'Diario de Natal', uno de los rotativos más importantes de la zona. Para la foto de familia habría hecho falta un poster, así que Luiz posa solo con sus mujeres -esposa, suegra y cuñada- y parte de la prole. Se deja retratar descamisado, orgulloso de contar su 'proeza'. Aquí nos resulta casi de no creer, y en Brasil tampoco es habitual. "Su caso es extremamente atípico. Los brasileños tienen dos o tres hijos... No todo es samba, mujer y carnaval", advierte Jairo Máximo, corresponsal brasileño afincado en Madrid, quien le augura a Luiz una prolífica carrera televisiva: "Aquí ganaría un pastón". Allí le pagarán menos, pero todo es bienvenido, que son ciento y pico bocas que alimentar.