Vista del panel informativo en el parqué madrileño. / Foto: Efe | Vídeo: Atlas
crisis financiera

El miedo al contagio de Italia hunde la Bolsa y dispara a máximos históricos la prima de riesgo

España ya tiene que pagar más de un 6% por financiarse a diez años, una tasa que supera la registrada en tiempos previos al acceso al euro

MADRID Actualizado: Guardar
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El pánico se adueña de los mercados. Una vez más, España no se libra del contagio de otro país periférico, en este caso Italia, nuevo objetivo de los especuladores. Sometidos Grecia, Irlanda y Portugal el foco se ha desplazado al país transalpino, y la prima de riesgo española se resintió de este desplazamiento. Nada menos que 340 puntos básicos -el diferencial máximo, nunca conocido en la etapa reciente- separan ya las obligaciones españoles a diez años respecto al bono alemán del mismo plazo.

En consecuencia, el Tesoro y las empresas españolas, con posterior traslado al resto de los agentes, incluidos los ciudadanos que suscriben créditos, tienen que pagar hasta tres puntos más por financiarse. Muy lejos quedan las advertencias del Banco de España, que ha considerado "insostenibles" distancias superiores a los 200 puntos básicos.

Desde que existe el euro, nunca el Tesoro había soportado una financiación tan cara -para encontrar un precio por encima del 6% hay que remontarse al otoño de 1997, en plena etapa de los esfuerzos realizados para lograr la convergencia con el euro- con el lastre que este precio implica. En el ensanchamiento del diferencial también influye el cada vez menor atractivo de los bonos germanos, puesto que su rendimiento ya se sitúa en el entorno del 2,8%.

La sacudida de este nuevo embate de desconfianza afectó a todos los países periféricos. Mientras la prima de riesgo de Italia escaló los 287 puntos básicos, la de Grecia superó los 1.400, y las de Irlanda y Portugal se movieron en torno a los 1.000 puntos.

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, se refirió al repunte del riesgo país de España y pidió hoy una "respuesta europea" que aclare el papel que tendrá el sector privado en la reestructuración de la deuda griega, para así frenar la desconfianza de los mercados hacia otros países de la región.

Ventas y nervios

La convocatoria de los dirigentes europeos en Bruselas -previa a la reunión del Eurogrupo que debía retomar el debate sobre el segundo 'paquete' de las ayudas a Grecia- no trasladó la más mínima tranquilidad a los inversores, si es que ese era su propósito. Por cierto que su inspirador, el presidente del Consejo Europeo Herman Van Rompuy, se desplaza este martes a Madrid, donde tiene previsto reunirse con el Rey Juan Carlos y el Jefe del Ejecutivo, José Luis Rodríguez Zapatero, en un encuentro concertado semanas atrás, pero que coincide con las secuelas de una negra jornada de los mercados.

Las ventas fueron la tónica general en las Bolsas, porque el mercado de valores fue un fiel reflejo de los tensiones de la crisis de la deuda, y los inversores se dejaron llevar por el nerviosismo.

El Ibex-35 de los principales valores de la bolsa de Madrid perdió 267,6 puntos, equivalentes al 2,69% y ya se sitúa en 9.670 unidades. Las ventas se cebaron en las acciones bancarias: Caixabank cedió el 5,29%, el BBVA perdió el 4,96%, el Popular retrocedió el 4,28%, y la caída del Santander fue del 3,16%, seguida del desplome de Bankinter en un 3.08%.

Flaco consuelo representa que el desplome de las Bolsas de Lisboa y Milán fuera aún más acusado. El parqué luso cerró con retroceso del 4,28%, mientras el principal indicador de los mercados italianos registró una caída del 3,96%. A poca distancia se situaron los descensos del CAC 40 de París, un 2,71%, y del principal indicador de la Bolsa de Francfort, que retrocedió el 2,33%. El impacto fue algo menor en el Footsie 100 de Londres, con una caída del 1,03%.

Tras la debacle sufrida el pasado viernes, Italia había intentado anticiparse, poniendo coto a las fluctuaciones. La Consob, que así se llama el regulador de aquel mercado, se adelantó el pasado domingo y anunció medidas de estricto control sobre las llamadas 'posiciones bajistas', y en particular las realizadas mediante operaciones al descubierto, es decir, sin aportar el desembolso necesario. El regulador se había propuesto obstaculizar las apuestas a la baja que se llevan a cabo sobre valores de los que el agente no ha llegado a ser propietario. Obligar a la comunicación hubiera tenido que ejercer un efecto disuasorio. Fue un buen propósito, con magros resultados.