casi diez años de los atentados

Las cicatrices que el 11-S dejó a los más pequeños

Un jovencísimo director de cine que, a los cuatro años, fue testigo de la tragedia, acaba de estrenar, a los catorce, un documental sobre aquel día

NUEVA YORK Actualizado: Guardar
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Los atentados que el 11 de septiembre de 2001 cambiaron el mundo se han contando innumerables veces, pero nunca desde el punto de vista de los niños que los sufrieron. Eso es lo que acaba de hacer Brook Peters, un jovencísimo director de cine que, a los 4 años, fue testigo directo de la tragedia. Ahora, a los 14, acaba de estrenar, en el prestigioso Festival de Cine de Tribeca, un documental donde sus antiguos condiscípulos exponen por primera vez las profundas cicatrices que les dejó aquel nefasto día.

"Algunos me dijeron que nunca habían contado a nadie, ni siquiera a sus padres, lo que habían visto", explica Brook, súbitamente famoso gracias a 'El segundo día', como se titula su película. Son 38 minutos de emotivos testimonios, donde una veintena de adolescentes y algún profesor de los colegios cercanos a la Zona Cero narran los amargos sucesos que vivieron el 11-S. "Yo recuerdo ver caer del cielo lo que parecía una figura de palo, pero era un hombre de negocios con un maletín", recuerda el propio Brook, aludiendo a las víctimas que saltaron al vacío para escapar de los incendios. También contempló el derrumbe de la primera torre mirando por encima del hombro de su madre, que corría desesperadamente con él agarrado al pecho, para intentar refugiarse del caos desencadenado por los atentados en el cuartel de bomberos más cercano.

Unos 5.600 niños asistían aquel día a las escuelas del sur de Manhattan. Entre ellos estaba Brook, párvulo en la Escuela Pública 150, apenas a ocho manzanas de las torres. Era su segunda jornada en el colegio y le dejó tan marcado que ha dado título a su documental. "Para mi este proyecto ha sido muy terapéutico, porque me ha permitido poner mis recuerdos en contexto para poder superarlos", explicó ante un batallón de periodistas, vecinos y funcionarios municipales, que le honraron en una ceremonia en el ayuntamiento de Nueva York. "Brook Peters y su película forman parte de la manera en que los neoyorquinos recuerdan, comparten aquella experiencia y se recuperan de ella", subrayó la portavoz municipal, Christine Quinn.

Tres años de trabajo con una simple cámara Sony, apenas 1.000 euros de presupuesto y la ayuda de su madre, la actriz Michelle Peters, le ha costado a Brook realizar su documental. El sonido del avión que chocó contra la primera torre tras sobrevolar su escuela, los "asteroides" que caían del cielo, los rostros de pavor y las nubes de polvo blanquecino del derrumbe permanecieron en su memoria y, a los 11 años decidió convertirlos en una película. En ella tienen lugar destacado los bomberos, que perdieron a 343 de sus miembros aquella jornada. Fueron los héroes y modelos masculinos para el pequeño, que creció sin padre. A Brook le salieron los dientes en el cuartel de su barrio, donde su madre prestaba servicios como voluntaria. Aquel día, al marchar hacia lo que podía ser una muerte segura, algunos se volvieron hacia el pequeño para que transmitiera mensajes a sus hijos y esposas. "Cuida de tu madre y sé una buena persona cuando crezcas", le dijo uno que no regresó. Hoy, el joven director tiene también una segunda carrera en mente: la de bombero.