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El Madrid de 'Mou' sí acaba con la maldición

No necesitó hacer un partido extraordinario para minimizar al Lyon y alcanzar los cuartos de la 'Champions'

MADRID Actualizado: Guardar
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No fue un partido sobresaliente del Madrid pese al 3-0, ni siquiera notable, pero sí mostró el oficio, la pegada, la disciplina y la concentración suficientes para aprobar vieja asignatura pendiente, derribar el muro de octavos y acabar con la maldición de un Lyon que jamás dio la sensación de poder dar otra sorpresa en el Bernabéu. Con más rotundidad que brillo y a un alto nivel defensivo, se quitó una losa de encima y, como dijo Mourinho la víspera, ya puede soñar con la 'Decima'. Junto al Barça, es el mejor equipo de Europa. Al menos el más competitivo. Ganó bien, minimizó al Lyon y se despojó de las ataduras físicas y mentales. Jugó Cristiano mermado hasta que el choque quedó resuelto, pero el Madrid tampoco le necesitó.

Mourinho reclamó tranquilidad y naturalidad para afrontar una de esas noches de la verdad y combatir la ansiedad lógica después de seis años de fracasos en octavos y siete partidos sin saber cómo meterle el pie al Lyon. Pero la tensión se palpaba en la grada, con pancartas que apelaban al escudo, el corazón y hasta la religión, y en el campo. El Madrid fue de manos a más pero salió atenazado, raro, con las líneas más separadas de lo habitual. Dejó hacer en un buen tramo de la primera parte a los franceses, bien juntitos pero romos incluso con Lisandro.

Cuestión de tiempo

Seguro que 'Mou' no planteó el choque con la mente en el empate a cero, tal y como dijo el presidente Aulas, pero tampoco debió exigir a sus jugadores presionar muy arriba, enseñarles las garras al rival, meterle el miedo en el cuerpo desde el minuto uno y ganarse a un público frío por tradición y exigente por obligación. Era cuestión de tiempo, de madurarles. Más bien fue el Lyón el que dificultó al principio la salida de Xabi Alonso y de Khedira. Con el alemán y sin Granero, el Madrid gana músculo pero pierde fútbol, y mucho.

Jugó de inicio Cristiano, pese a que desde el calentamiento se observó que eludía cualquier movimiento explosivo que pudiera agravar las molestias musculares de las que se recuperó en tiempo récord. El Madrid jugó bien sin el portugués en Santander y resolvió sin complicaciones ante el Hércules, pero en un momento cumbre Mourinho no pudo permitirse el lujo de comparecer sin faro. Desde el 'centenariazo' del Deportivo, ante el que Figo fue una caricatura, el Madrid había sufrido penosas consecuencias por jugar con la estrella apagada.

La presencia de Cristiano dejó a Benzema sin la compañía de Adebayor, el socio que aguanta la pelota de espaldas, propicia las apariciones de los centrocampistas y facilita las combinaciones. El caso es que el Madrid no intimidaba al principio, no tenía el balón y reculaba en exceso. Era un equipo muy largo, una característica que indigna a los entrenadores modernos como Mourinho.

Los nervios derivaron en otro problema. En algo menos de media hora, sus dos centrales ya tenían una tarjeta. Y coquetearon con la segunda en acciones que sobraban. Pepe, al que se le cruzan los cables con peligrosa frecuencia, por golpear a Lisandro en un salto y Carvalho por llevarse el dedo a la sien y gesticular como si el árbitro estuviese loco. Menos mal que el Lyon solo asustó en una 'rosquita' de Delgado desde la frontal que desvió Casillas.

Pese a no dominar, el Madrid llegaba más. Los centros de Xabi Alonso en las acciones a balón parado generaban incertidumbre en la zaga y el portero galo, que detuvo un cabezazo de un Cristiano, desvió un tiro envenenado del luso y mostró atención en varias salidas. La mejor combinación se tradujo en el gol. Xabi la sacó de lujo, Marcelo se asoció con Cristiano, hizo un par de recortes y tiró desde tan cerca que LLoris no pudo reaccionar. Después, Benzema sufrió la anulación de un gol por claro fuera de juego. Y mucho antes, casi en el arranque, el colegiado esloveno pitó una falta de Khedira al portero en una acción que acabó con el balón en el poste.

El Madrid se soltó en la reanudación. Tocó más y mejor, maniató todavía mejor a los franceses en defensa, a pesar de que salió Gomis para acompañar a Lisandro, y descubrió más espacios a medida que el adversario se desesperaba. Su segundo gol fue un ejemplo de lo que fue el partido. Un robo de Marcelo, un balón largo, un grave error de los centrales, y la definición perfecta de Benzema, que antes había reclamado un penalti. La eliminatoria estaba resuelta, aunque la pudo complicar Pepe. De nuevo lanzó un par de patadas alevosas. Cristiano pudo descansar el último cuarto de hora. Y la hinchada al fin disfrutó. Objetivo mínimo cumplido.