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El Córdoba acaricia otra hazaña

Una mano de Sesma arruinó su clasificación en Riazor en el último minuto, y en la prórroga decidió un gol de los tres que marcó Adrián, tras un genial pase de Valerón

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El Córdoba estuvo muy cerca de firmar otra hazaña ante el Deportivo en la Copa. Tras haber despedido al Racing en la anterior eliminatoria con un polémico penalti en el último minuto de la prórroga, el equipo andaluz acarició el pase a cuartos en Riazor, pero una absurda mano de Jonathan Sesma arruinó su continuidad en el último minuto del tiempo reglamentario. Inmediatamente después de ese penalti que dio la vida al Deportivo, la expulsión de Tena por una dura entrada a Valerón acabó con sus esperanzas. Sufrió muchísimo el Deportivo, demasiado conformista hasta que se vio contra las cuerdas, y necesitó la prórroga para acabar con el representante de Segunda. En el tiempo añadido el favorito no perdonó a un rival en inferioridad que sólo pensó en llegar a los penaltis y decidió, tras un genial pase de Valerón, un segundo gol de los tres que marcó Adrián López. El Córdoba no podrá olvidar la metedura de pata de Sesma cuando tenía asegurada su presencia en cuartos y a punto estuvo de propinar un varapalo considerable al Deportivo, pero sobre todo a Lotina.

Con el pase a cuartos de final encarrillado tras el 1-1 de la ida, y la mente del Deportivo puesta en la visita del Barça a Riazor el sábado, se esperaba que los suplentes del equipo gallego fueran suficientes ante un enemigo bastante más preocupado por asegurar la permanencia en Segunda que por continuar en la Copa. Sin embargo, el Córdoba no sólo no se rindió nunca en Riazor, sino que fue capaz de dar el golpe en la recta final. Jugaron los verdiblancos a defenderse y a contragolpear, y en la última oportunidad que se les presentó encendieron las alarmas con un gol de Arteaga, y casi sepultan al Dépor. Sesma se encargó de resucitar al conjunto gallego y al Córdoba le dieron la puntilla, además de Tena, la pareja Valerón-Adrián. La clave del éxito en la prórroga estaba en las botas del grancanario, y el Deportivo se aprovechó de la luz que se le encendió a Valerón en la primera parte de ese período definitivo. Aun golpeado y agotado físicamente, resultó clave.

Dos palos seguidos

Ya pudo cambiar el Córdoba el curso del partido y complicar el billete del Deportivo al cuarto de hora de partido, pero el conjunto de Lotina se salvó con dos remates al palo consecutivos de los andaluces. Lotina y los suyos pudieron entonces respirar en un encuentro de dominio local aunque de escasas ocasiones. Dar la campanada en Riazor se antojaba una gesta para el Córdoba, aunque en el Deportivo jugaran los no habituales, pero fue capaz de darle al duelo una emoción inesperada.

Pasó, sin ningún brillo y con escaso fútbol, el que se esperaba, pero el Deportivo no estuvo tranquilo en ningún momento. Al final, ya con el marcador en contra, cuando le entraron las prisas, fue un manojo de nervios, pero le ayudó una mano salvadora de última hora. Un milagro. El Deportivo no tuvo profundidad, estuvo negado con el gol durante 89 minutos, y la rapidez del Córdoba al contragolpe puso en demasiados apuros a la zaga coruñesa. Cierto es que Alberto, el portero del Córdoba, hizo mucho porque el Deportivo se quedase sin marcar hasta el penalti de Sesma, aunque en varias fases del encuentro, sobre todo en la primera mitad, y en toda la prórroga, los locales atacaron en busca del gol. Como era previsible, fue más ambicioso el Deportivo, aunque en muchos momentos se dejó llevar y jugó con fuego. El Córdoba llegó a Riazor a encerrarse, a montar una muralla, y a esperar dar un zarpazo a balón parado o en alguna contra para mantener el sueño copero, pero no podía pensar en que todo se iría al traste con una mano imperdonable.