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Delibes, el novelista de Castilla

Sus novelas, sus escritos periodísticos, sus crónicas de viajes o libros de caza son un retrato fiel de su tierra natal

nortedecastilla.es Actualizado: Guardar
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En Miguel Delibes, novelista castellano, cuya obra literaria abarca toda la segunda mitad del siglo XX, vida y obra se desarrollan en absoluta coherencia. Miguel Delibes escribe como él es; su literatura es un reflejo fiel de su persona. Ha dado siempre una dimensión ética a su narrativa, conjugándola magistralmente con la estética literaria. “Mi vida de escritor -ha confesado él mismo- no sería como es si no se apoyase en un fondo moral inalterable. Ética y estética se han dado la mano en todos los aspectos de mi vida”.

Sus novelas, sus escritos periodísticos, sus crónicas de viajes o libros de caza son un retrato fiel, y no pocas veces crítico, de las tierras y los hombres de su Castilla natal, así como un alegato en favor de la naturaleza y de la perfecta armonía entre el hombre y su medio natural. Miguel Delibes es, pues, el novelista de Castilla y el novelista de la naturaleza. Pero desde su paisaje y desde su Castilla natal, trasciende a una dimensión universal y sus personajes son vivos retratos del hombre de la segunda mitad del siglo XX.

Delibes es, además, una personalidad y un escritor independiente. Lo ha demostrado en su larga carrera periodística -desarrollada en su mayor parte durante la dictadura franquista-; en sus novelas y ensayos y, también, en su actitud y trayectoria biográfica. Si se ha puesto del lado de alguien ha sido siempre -lo mismo en la realidad que en la ficción- del lado de los perdedores, que es tanto como decir del lado de lo justo.

Contador de historias

Miguel Delibes es, antes que nada, un narrador de historias y, por ende, un creador de personajes. “Para mí -dijo el escritor al serle concedido el Premio de las Letras Españolas en 1991- una novela es una historia encaminada a explorar las contradicciones que anidan en el corazón humano y, por tanto, requiere, al menos, un HOMBRE, un PAISAJE y una PASIÓN”.

El PAISAJE lo constituyen en las novelas delibeanas el campo castellano o la ciudad provinciana; la PASIÓN es el desencadenante de todos y cada uno de los relatos de Delibes, en los que la marginación y la muerte juegan bazas fundamentales; y el HOMBRE son todos y cada uno de los personajes salidos de su pluma. Porque si por algo se distingue la narrativa delibeana es por estar poblada por una galería de personajes de ficción únicos en la literatura española del siglo XX. “Yo doy a los personajes -escribe en “Un año de mi vida”- un lugar preponderante entre todos los elementos que se conjugan en una novela. Unos personajes que vivan de verdad relegan, hasta diluir su importancia, la arquitectura novelesca, hacen del estilo un vehículo expositivo cuya existencia apenas se percibe y son suficientes para hacer verosímil el más absurdo de los argumentos”.

Los personajes delibeanos

Y la característica principal de los personajes delibeanos es que son seres marginados, acosados por la sociedad o por el entorno, “perdedores”, como le gusta definirlos al propio novelista. “Yo he tomado en mi literatura -son de nuevo palabras textuales- una deliberada postura por el débil. En todos mis libros hay un acoso del individuo por parte de la sociedad y siempre vence ésta. Y esto en cualquiera de mis protagonistas, por dispares que sean, desde el burgués Cecilio Rubes de “Mi idolatrado hijo Sisí”, hasta el Nini de “Las ratas”, que para sobrevivir tiene que cazar y comer estos animales. A pesar de la distancia social o de clase que evidentemente existe entre ambos personajes, en definitiva nos encontramos con dos seres frustrados y acosados por un entorno social implacable”.

Las mismas o parecidas palabras podría pronunciar Delibes refiriéndose al protagonista de “La sombra del ciprés es alargada”; o a Sebastián de “Aún es de día”; o a don Eloy de “La hoja roja”; o a Mario y Menchu de “Cinco horas con Mario”; o a Pacífico Pérez de “Las guerras de nuestros antepasados”; o al viejo don Cayo de “El disputado voto del señor Cayo”; o al Azarías de “Los santos inocentes”; o a Gervasio García de la Lastra de “Madera de héroe”; o a Cipriano Salcedo, protagonista de “El hereje”, la última novela del escritor. “Dudo mucho -concluye Delibes- que en mis libros haya un solo héroe; todos son antihéroes, pero, al propio tiempo, todos están envueltos en una cálida mirada de comprensión. He procurado dotarlos de humanidad y de ternura. Una ternura que no siempre está a flor de piel, porque muchos de mis personajes son primarios y bruscos, pero que se adivina en cuanto se les conoce a fondo”.

Miguel Delibes, pues, creador de personajes. Personajes que fueron naciendo de su pluma al hilo y compás de su propia biografía y que, según palabras del escritor al recibir el Premio Cervantes en abril de 1994, han configurado aquélla tanto o más que sus propias vivencias: “Yo no he sido tanto yo como los personajes que representé en este carnaval literario. Ellos son, pues, en buena parte mi biografía”.