conciertos para la libertad

El embrujo de Poveda vuelve a Cádiz

El cantaor catalán llena el Castillo de San Sebastián con miles de gaditanos totalmente entregados desde el comienzo

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«Con el caray, cara, caray que mira qué de cosas que pasan en Cádiz que ni la hambre no la vamos a sentir, que mire usted que gracia, tiene este país». Y Miguel Poveda regresó a Cádiz. La letra de la 'Bulería de Cai' refleja la estrecha relación que tiene el artista badalonés con esta ciudad. Un binomio inseparable. Anoche, el catalán tuvo un triunfal regreso a la Tacita de plata, una cita habitual cada año en la apretada agenda del artista badalonés, que siempre se siente arropado por sus incondicionales gaditanos. Al clásico encuentro, ayer se le añadió otro toque mágico por el hecho de celebrarse en el marco incomparable que ofrece el Castillo de San Sebastián.

Un auditorio entregado esperó con paciencia que Miguel Poveda saliera al escenario pasadas las 22.45 para disfrutar de una noche marcada por el flamenco, la copla, la poesía... un embrujo que no defraudó a ninguno de los presentes. «Fresquitas noches, Cádiz», dijo nada más salir a las tablas, mientras todavía continuaba entrando gente. Su repertorio, basado en el cante más tradicional y combinado con las canciones de 'Las coplas del querer' del artista catalán, enganchó al público desde el primer momento para disfrutar de un concierto extraordinario en todos los sentidos. Comenzó haciendo culto a los poetas, para pasar al flamenco puro y después a las coplas andaluzas. Posteriormente cantó por alegrías, alegrías de Cádiz, como no podía ser de otra forma. Tampoco quiso olvidarse de la actualidad e hizo referencia a que no entiende lo que está ocurriendo en Gaza, para a continuación pedir paz y libertad, y no se olvidó de un son que en Cádiz tiene mucho arraigo: 'Las Habaneras' del escritor y articulista de ABC, Antonio Burgos, al que se le pudo ver entre el público del concierto.

No obstante, los espectadores comenzaron a agruparse junto al Castillo horas antes del comienzo de la actuación, donde ya se podían oír el canturreo de sus coplas para ir haciendo cuerpo a lo que disfrutarían más tarde. Y es que el cantaor catalán levanta pasiones allá por dónde va. Sobre el escenario combinó gran parte de sus querencias musicales, que pasan desde cantaor flamenco a la poesía y la copla.

Rodeado de amigos

Miguel Poveda ofreció, como siempre, un espectáculo dinámico y lleno de emociones. Junto a sus músicos habituales en su gira, dirigidos especialmente por Joan Albert Amargós, esta vez tuvo la oportunidad de combinar su voz con la de varios artistas flamencos gaditanos como David Palomar, Kiko Peña, Rancapino y Marina Heredia. Además entre el público también estaban rostros conocidos como el del torero Curro Romero y los espectadores que asistieron al Castillo de San Sebastián agradeciron que Poveda contara con sus amigos como un aliciente más para su espectáculo. Y es que el badalonés se atreve con todo y a golpe de volante logra salir airoso de los proyectos en los que se embarca.

El éxito del cantaor no tiene límites. Este año suma ya 36 conciertos por distintas ciudades de España y también en las mejores plazas internacionales, pero aún le restan nueve citas más hasta completar 45 actuaciones en 2014. Todo un hito, tal y como están los tiempos para la música. Londres, París, México DF, Oporto, Bogotá y Quito, entre otras muchas, han disfrutado de su arte, que además sabe hacerlo fusionar con otros estilos, como hizo, con la colaboración de Noa, en el 38 Festival de Jazz de Vitoria-Gasteiz, el pasado mes de julio, y volverá a hacerlo hoy en Marbella, participando en el Starlite Festival, junto a la también polifacética Ana Belén.

Miguel Poveda comenzó a sentir pasión por el flamenco desde muy joven, escuchando la música que le gustaba a su madre. Así con apenas 15 años se inició en este arte, aunque no fue hasta 1993 cuando inició su periplo como profesional, tras hacerse con cuatro premios, entre ellos el Premio Lámpara Minera, junto a otros tres galardones en las modalidades de La Soleá, La Cartagenera y La Malagueña en el entonces Festival Nacional del Cante de las Minas de La Unión (Murcia).