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Firmeza. El ministro de Finanzas alemán Wolfgang Schäuble, tras una reunión en Bruselas. :: REUTERS
Reunión esencial La naturaleza del fondo único Poder de decisión Garantías nacionales

Alemania impone su unión bancaria

El Consejo busca cerrar 'in extremis' un pacto con la Eurocámara sobre el mecanismo de quiebra de entidades que tendrá 55.000 millones Berlín se niega en redondo a poner más dinero público o a permitir que otros decidan sobre sus bancos

ADOLFO LORENTE CORRESPONSAL
BRUSELAS.Actualizado:

Wolfgang Schäuble, el 'poli malo' de la canciller Merkel y el hombre que lo ha sido casi todo en la política germana -en 2009 pasó a ser titular de Finanzas, donde acaba de ser reelegido-, marca el rumbo económico de Europa. No es una cuestión de sesudas interpretaciones geopolíticas. Se trata de matemáticas, las mismas que recuerdan que Alemania representa cerca del 30% del Producto Interior Bruto (PIB) de los Veintiocho y es el país que más dinero aporta al presupuesto de la UE -12.000 millones más que sus ingresados, mientras que España, por ejemplo, tuvo un saldo positivo de 4.000 millones en 2012- y, sobre todo, que es el Estado que ha soportado la parte principal de la factura de los rescates de Grecia, Irlanda o Portugal. Por mucho que la Comisión Europea o países tan relevantes como Francia levanten la voz, la gobernanza económica europea será la que decida Berlín, como ha evidenciado la compleja negociación política para impulsar la unión bancaria

El miércoles próximo se decidirá si el proyecto avanza con la creación del mecanismo de quiebra de bancos o queda aparcado; si la Eurocámara acepta las tesis alemanas o decide, por contra, llevar su órdago hasta un escenario de incertidumbre que nadie desea... ni espera. Llámenla unión bancaria o 'bank kreuzung', pero nadie en las altas esferas de la UE cuenta con que no se apruebe un proyecto donde todos los países «nos jugamos mucho». ¿Por qué?

1. ¿Qué es la unión bancaria?

Un proyecto clave para la gobernanza económica de la UE que, a grandes rasgos, busca que no haya bancos alemanes, italianos, francés o españoles, solo entidades europeas. Que exista un mayor control, una mejor estrategia de defensa ante futuros contratiempos y, sobre todo, que Europa hable con una sola voz y para evitar, como viene sucediendo desde el inicio de la crisis, que los países más castigados como España e Italia -sobre todo, sus pymes- sufran la «fragmentación» de los mercados. Esa que hace que los tipos de interés bancarios responden más al riesgo de la deuda soberana que a los tipos de interés de intervención del BCE.

2. ¿En qué fase se encuentra?

Consta de tres pilares básicos. El primero, el Mecanismo Único de Supervisión (MUS), ya fue aprobado y empezará a funcionar a principios de noviembre, cuando el Banco Central Europeo asuma la vigilancia de los 128 bancos sistémicos de la Eurozona. Entidades que en los próximos meses se someterán a duros test de estrés por parte del instituto emisor y que podrían revelar nuevas necesidades de capital de decenas de miles de millones. Lo que se debate ahora es cómo levantar el segundo y principal pilar, el llamado Mecanismo Único de Resolución (MUR), el instrumento que tendrá capacidad de decidir si una entidad financiera debe ser reestructurada o incluso cerrada. Estará compuesto por un órgano de control y un fondo de 55.000 millones que se financiará con aportaciones de los bancos de cada país.

3. ¿Cómo y quién pone el dinero?

El fondo común no será 100% europeo hasta dentro de siete u ocho años, como acordaron los Veintiocho aunque el Parlamento pide tres. Hasta entonces, estará dividido en compartimentos nacionales cuyo dinero se irá mutualizando de forma más o menos intensa, algo que está por negociar. Durante sus primeros años de vida, serán los países los que afronten sus propios contratiempos pero se ha dejado la puerta abierta a que un Estado pueda pedir prestado dinero al compartimento de otro país si lo necesita. En total, serán 55.000 millones de los que España aportará entre 6.500 y 8.500 -una parte es fija y otra asociada al riesgo de la entidad-.

4. ¿Quién decide?

Es uno de los principales caballos de batalla. El Ecofin, los ministros de Finanzas de los 28, acordaron el martes que el papel esencial del Consejo es «innegociable». Habrá una autoridad única común (un consejo y un plenario), y se tendrá en cuenta al BCE -al que el Parlamento quiere dar todo el protagonismo-, pero en caso de discrepancia entre todos los actores -incluida la Comisión- serán los Estados a través del Consejo los que tengan la última palabra. Pero el problema es que Alemania rechaza de plano que otros decidan sobre sus bancos.

5. ¿Habrá garantías nacionales?

La Eurocámara y el BCE exigen que haya una auténtica red de seguridad al margen de ese fondo de 55.000 millones para disipar dudas. La opción más factible era usar el Mecanismo Europeo de Estabilidad (Mede) -al que acudió España y que se nutre de dinero público-, pero Alemania se niega en redondo a que vuelvan a utilizarse recursos de sus contribuyentes para rescatar bancos de otros.

«No habrá garantías nacionales», zanjó esta semana Schäuble ante el ultimátum de los eurodiputados. «Deberán ceder si quieren un acuerdo; nosotros hemos llegado al límite», recalcó. Berlín no lo va a hacer porque la Eurocámara se renovará a finales de mayo pero Schäuble seguirá y con él, la férrea ortodoxia alemana.