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Los clanes familiares se perpetúan en el PSOE de Cádiz desde hace más de dos décadas

Los descendientes de históricos socialistas toman posesiones en la Administración andaluza, marcada por los apellidos

J. Landi
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Para algunos ciudadanos puede tratarse de un conflicto ético. Para otros, simplemente, de un debate estético. Hay que sopesar. Por un lado, el hecho de ser hijo, hermano o pariente de un alto cargo institucional u orgánico de un partido político no debe privar a nadie del legítimo derecho a ocupar un puesto de responsabilidad. Por otro, las posibles ventajas del parentesco pueden suponer un agravio comparativo para el resto de la humanidad, para todos esos que no son hijos más que de sus padres.

Muchos de los señalados, de los hijos de, de los hermanos de, nueras o sobrinos, se amparan en una formación académica indiscutible, aunque –en la gran mayoría de casos– su experiencia profesional previa es obligatoriamente breve, por la juventud por la que entran en la zona noble de los despachos. Para casi todos, sus vínculos al partido son anteriores a su mayoría de edad por lo que toda su trayectoria es interna. Parecen nacer con predisposición al cargo político. En todos los casos, faltaría, sus nombramientos son legítimos. Otra cuita consiste en establecer si son ejemplares, deseables, aceptados por la mayoría de los espectadores inaudibles, si son intachables moralmente. Pero moralista, como entrenador o crítico de cine, cada cual lleva uno dentro y con un rasero distinto. Así que mejor es exponer los hechos, la realidad, para que cada cual establezca un juicio que no tiene más sentencia que elegir votar o no, y a qué partido, cada muchos meses.

La realidad es que el relevo generacional en el PSOE de Cádiz (que un brillante artículo periodístico tituló en febrero de 2009 como ‘La Quinta de Bibiana’) se ha instalado en la estructura institucional de la Junta de Andalucía, sobre todo, y, en menor medida, en la Diputación y los ayuntamientos provinciales a pesar de la galopante pérdida de respaldo electoral y presencia socialista en las administraciones. La asociación de apellidos resulta automática al repasar la retahíla de los ahora llamados ‘staff’ a pesar del retroceso, especialmente acusado en la provincia.

La espita para la conexión mental saltaba en marzo de 2012, y reaparecía la pasada semana, con el retorno a la actualidad del escándalo del Plan Bahía Competitiva, con el que el empresario gallego Dávila Ouviña se habría embolsado casi 25 millones de euros en ayudas a la reindustrialización que nunca reindustrializaron nada más que, presuntamente, su patrimonio particular.

Un triste recordatorio

En ese caso, aparece como imputada Ofelia Perales, hija del fallecido ministro, consejero y presidente de la Diputación, Alfonso Perales, sobrina de Antonio Perales (exgerente del Plan Bahía Competitiva ahora revisado en sede judicial), prima de Raúl Perales (director general del Instituto Andaluz de la Juventud) y sobrina de Carlos Perales, miembro de la nueva Ejecutiva Provincial del PSOE elegida en julio de 2012 con Irene García al frente. La prevalencia del apellido, su omnipresencia en las estructuras socialistas y autonómicas es indiscutible. Al margen de la opinión que ese hecho provoque. Es el mayor ejemplo, el máximo exponente de la tradición política entendida como un fenómeno de transmisión parenteral y con origen, siempre en la emblemática Alcalá de los Gazules.

Otro caso, más común y simple, por lo numérico, es el de Rafael Márquez Berral, hijo de un veterano del PSOE provincial, el último presidente socialista de la Mancomunidad de la Bahía de Cádiz de 2005 a 2011, Felipe Márquez. Su vástago, nacido en 1977, en Rota, fue nombrado el pasado 4 de julio director general de la Agencia andaluza de la Energía. Hasta ese momento, y desde 2008, había ejercido como gerente provincial de la Empresa Pública de Suelo de Andalucía (EPSA). Entre 2001 y 2008 trabajó en el sector privado gracias a su licenciatura en Derecho por la Universidad de Sevilla (con máster en Urbanismo y Ordenación del Territorio por la Escuela de Negocios de Andalucía).

Pero la persona que da nombre a esta quinta, la que celebra una carrera de relevos sin salir de casa, es Bibiana Aído. La célebre extitular de Igualdad, nombrada en 2008 por sorpresa por José Luis Rodríguez Zapatero y reconvertida así en la ministra más joven de la Democracia –debutó con 32 años–, pasa por la impulsora de este relevo.

Ella, para dar ejemplo al grupo, es hija de un histórico del PSOE, Francisco Aído. El que fuera alcalde de Alcalá y mano derecha como jefe de gabinete de Francisco González Cabaña durante su etapa en la Presidencia de Diputación, ha vuelto a ser director del mismo colegio público que dirigió hace más de 30 años, en su pueblo. Es su regreso a la vida docente tras acabar enfrentado a su mentado mentor por tensiones internas del partido. Eso sí, el bastión familiar lo defiende ahora Bibiana. Tras ser ‘degradada’ a secretaria de Estado en el último gobierno socialista, ejerce ahora de asesora especial de la directora de ONU Mujeres, Michele Bachelet. En Nueva York.

Durante su periplo como ministra, Aído se llevó a Gabriel Alconchel, que ya era su asesor cuando ella ejercía de delegada provincial de la Consejería de Cultura. Alconchel fue nombrado director del Instituto de la Juventud (Injuve) cuando Aído prosperó pero no tiene ningún parentesco con Miriam Alconchel, secretaria general del PSOE en Jerez. La neurosis de los apellidos es tal que los dos se ven obligados a aclararlo constantemente.

Pero otros sí que están entrelazados de forma obvia. Como Luis Pizarro, el hombre que ha marcado la vida interna del PSOE provincial con discreta mano de hierro desde 1990 sin pausa. Fiel escudero de Manuel Chaves, se le considera ideólogo y líder del grupo opositor al presunto relevo ideológico personificado por José Antonio Griñán.

Al margen de otros familiares (esposa y nuera) con gran influencia en el partido de forma más o menos directa, Pizarro ya tiene herencia real en la estructura institucional. Su hijo, Javier Pizarro, técnico superior en Gestión Forestal, es concejal de Alcalá de los Gazules, ahora en la oposición, ininterrumpidamente desde 2003, cuanto tenía 23 años. Desde 2012, tras una serie de previsibles carambolas, tiene también su figurado escaño en la Diputación Provincial.

De regreso a la Junta, otra relación paternofilial. Cristina Saucedo fue nombrada la pasada primavera delegada provincial de la Consejería de Educación y Cultura. Es hija de Sebastián Saucedo, otro histórico que ha ocupado cargos como la Alcaldía de Chiclana, en los albores de la democracia, hasta la Subdelegación del Gobierno, que dejó hace un año y medio.

En la política de distancias cortas, en las ejecutivas locales, la tendencia al relevo familiar se mantiene.

Por poner un ejemplo cercano, que se repite casi en cada localidad, sólo en la Ejecutiva Local de Cádiz que se impuso en el congreso del pasado año, liderada por Francisco González, aparece dos veces este particular fenómeno político-cultural. David Suárez, responsable de Comunicación, es hijo de Fernando Suárez, un tradicional en la Diputación que llegó a ser vicepresidente. Gina González también está en la dirección local. Es hija del exconcejal y exdelegado provincial de la Junta Manuel González Piñero. Se da la posibilidad, por tanto, de que la tendencia hereditaria a ocupar altos cargos institucionales y orgánicos tenga continuidad en los próximos años.