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Un plan para Alestis

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La aventura de Alestis ha durado muy poco. Se ha esfumado al mismo tiempo que las promesas de la Junta por salvar a la Bahía de su condena laboral. La compañía aeronáutica que alumbró el Gobierno regional en 2008 se prepara para un importante cambio accionarial que condicionará su futuro. El sueño de Chaves y, más tarde el de Griñán, de crear entre Sevilla y Cádiz el referente nacional de la industria aeronáutica se tambalea. La presencia en Andalucía de las plantas tractoras de Airbus y de una potente industria auxiliar dieron alas a los políticos para soñar. Recuerdo la colocación de la primera piedra de la factoría de Alestis en el Trocadero, en septiembre de 2009, que reunió entonces a los consejeros de Gobernación, Luis Pizarro, de Empleo, Antonio Fernández, y de Innovación, Martín Soler. Todos coincidieron en señalar durante sus discursos que la obra de la planta suponía el despegue de la gran empresa aeronáutica andaluza. Los problemas vinieron luego. La construcción de la factoría culminó a tiempo, pero estuvo un año sin actividad. Los gestores de Alestis no habían previsto una central eléctrica en los terrenos que diera servicio a las nuevas instalaciones. El sueño empezaba a tornarse en pesadilla. La planta se abrió a mediados de 2011 y empezaron los contratiempos técnicos para desarrollar los encargos adjudicados por Airbus: el cono de cola y la ‘belly fairing’ del nuevo avión A350. Demasiado pastel para tan poco estómago. La Junta quiso hacer realidad su sueño aeronáutico pero no acertó con el principal protagonista. El Gobierno de Chaves buscó el apoyo financiero de Cajasol (16,7%) y Unicaja (16%), mientras que la logística la encontró en el grupo vasco Alcor que, tras fusionar su estructura con la de Sacesa, se hizo con el paquete mayoritario de la nueva Alestis (38%), seguido de la Junta (21%). La compañía EADS entraba con un simbólico 1%. Alestis se convertía en proveedor de primer nivel del gigante europeo de la aeronáutica, pero pocos podían imaginar que la gestión del consejero delegado y propietario del Grupo Alcor, Gaizka Grajales, daría al traste con el sueño andaluz. Tres años después de su constitución, Alestis está en concurso de acreedores, tiene una deuda que supera los cien millones de euros y ha necesitado del soporte técnico de Airbus para desarrollar los contratos. Además, ha recibido casi 50 millones de euros en ayudas públicas. Airbus ha tenido que dar un golpe de efecto para enderezar la situación, ya que estaba en peligro la producción de su nuevo avión. La solución de Alestis pasa –y está ya casi pactada– por la salida de Grajales y la entrada en el accionariado de Airbus. El gigante se haría cargo de la producción, salvaría los muebles y aplicaría un duro plan de ajuste, más ambicioso si cabe que el presentado recientemente por el actual consejo de Alestis. El objetivo de Airbus es consolidar la producción y evitar nuevas incertidumbres en su programa del A350. Una vez que Alestis recobre el pulso, todo apunta a que Airbus coloque en el mercado la compañía y venda su participación a una empresa aeronáutica solvente. Francia y Reino Unido tienen papeletas.