Un poco de suerte

Cuando los presentadores de la retransmisión televisiva del Sorteo de Navidad, pasadas las diez de la mañana, nombraban las ciudades de Chiclana, Barbate y Algeciras, muchos gaditanos sonrieron. Apenas tres décimos que sumados hacen una cantidad inimaginable para los bolsillos de la mayoría de los ciudadanos: 1,2 millones. Y esa sonrisa se convirtió en satisfacción cuando los periodistas que acudieron al despacho de loterías de Barbate supieron que los agraciados habían sido dos hermanos de la localidad. El décimo no había viajado en la maleta de ningún turista. Algo que está por confirmar en los otros dos casos, cuyos agraciados se desconocen.

Los 400.000 euros se habían quedado en una tierra castigada por el desempleo, la falta de oportunidades, pero también por el mal hacer de unos munícipes que durante años no supieron buscarle un rumbo certero a ese pueblo, a ese término municipal que, paradojas de la vida, tiene uno de los litorales más hermosos del país. Unas playas de locura sin infraestructura hotelera de peso ni servicios atractivos suficientes que atraigan al visitante. Barbate no supo aprovecharse ni tan siquiera de la época de bonanza económica del país. Y aunque sus limitaciones geográficas son claras, rodeada por un parque natural, el mar y los terrenos militares del Retín, no hubo quien supiera romper esas barreras. Ahora, la bella Barbate es la perra más flaca, pese a todo atesora uno de los mejores restaurantes de la provincia y del país; es cuna de un producto único y muy apreciado entre los paladares más selectos como el atún de almadraba. Y desde ayer cuenta con una familia más alejada de la necesidad, que no es poco en estos tiempos.

Quizás sea una señal, bendita sea, que Barbate por segundo año consecutivo haya rascado algo del Sorteo de Navidad. Ahora es difícil hacer números, pedir ayudas, cuadrar balances, conseguir inversiones, pero hay emprendedores dispuestos a lanzarse. Hay ya una empresa que trabaja en el polígono El Olivar con la tecnología Leds. Desde Barbate, al resto de España. Esta ciudad necesita que alguien de una vez por todas se parta la cara por ella, deje los lamentos y las justificaciones. Para eso hay que ser valiente y no temer ni a las urnas.