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NUESTRA MILLA DE ORO

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Las ciudades, como las personas, son envidiosas. De todos los pecados capitales la envidia es el que mejor define al pecador ibérico. Valencia, Madrid, La Coruña, Barcelona, Marbella, Sevilla, no hay ciudad importante que se precie que no tenga su ‘milla de oro’.

El portal de L’Angel, situado en la vieja ciudad Condal, zona peatonal donde el metro cuadrado comercial supera los tres mil euros de alquiler al año. La madrileña calle Serrano, en pleno Barrio de Salamanca, aglutina en sus aceras lo más chic de la moda: Carolina Herrera, Hermes, Loewe, Gucci. Las transitadas calles Sierpes y Tetuán, junto a la hispalense plaza Nueva forman un rosario de comercios ávidos de ofrecer a su clientela las últimas novedades en moda y complementos. En plena N-340, entre Marbella y Puerto Banus se localizan los Hoteles de lujo Marbella Club y Puente Romano, solo al alcance de magnates, rusos y saudíes.

Cádiz también tiene su ‘Milla de Oro’. No tiene que ver con la moda, ni siquiera con las joyas. En su recorrido no veras a personajes famosos del cine, eso sí veras caras conocidas. No tendrás que gastar nada, solo basta con disponer de algo de tiempo y de abrir los sentidos para disfrutar.

Una soleada mañana de domingo iniciamos el recorrido en la antigua Cárcel Real, actual Casa de Iberoamérica. Edificio de estilo neoclásico, construido a finales del siglo XVIII y diseñado por Torcuato Benjumeda. En este espacio, considerado como el edificio civil de mejor gusto arquitectónico de Cádiz, podemos deleitarnos con exposiciones, que van desde el arte contemporáneo mejicano ‘Oaxaca de Juárez’ de Sergio Hernández, pasando por una muestra de arte precolombino de la cultura Mapuche titulada ‘Señales de Chile’, y terminando con la exposición del Museo de Oro de Colombia denominada ‘Cuerpos amerindios: cultura y arte corporal’.

Bajando el paseo del Vendaval, con el tibio sol del Sur sirviéndonos de refugio llegaremos al flanco derecho caletero, el Castillo de Santa Catalina. Diseñado en el siglo XVI por el ingeniero Cristóbal de Rojas, con sus cinco puntas, hace unos años se convirtió en espléndido espacio cultural multiusos. Contemplar la dureza de los rostros, la rabia de esas manos y la ira de esas bocas que nos ofrece el ecuatoriano Oswaldo Guayasamin, no deja indiferente a nadie. Como bálsamo ante tanta rebeldía contemplar el recorrido por la medula espinal del mediterráneo que nos ofrece el fotógrafo gaditano Gonzalo Hörh, desde Tiro y Sidón a Gades pasando por Rodas, Cerdeña o Túnez.

Siguiendo la estela de los jardines del Genovés llegamos al Cuartel de Artillería, actual ECCO, proyectado a medidos del siglo XVIII por el ingeniero militar Ignacio de Sala, se realizó para cubrir las necesidades de la tropa. Allí, con una luz espléndida, puedes pensar sobe la pintura publicista del afamado pintor propagandista o detractor del justicialismo argentino, desconcertante, marcial, gris y lapidario, Daniel Santoro, o maravillarte con la más colorista, soberbia, variada, completa y rigurosa exposición de los Grandes Maestros del Arte Populares de Iberoamérica.

Una auténtica milla de oro a nuestra disposición.