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la carrera hacia la casa blanca

El rostro más humano de Mitt Romney

El exgobernador de Massachusetts recurre a su esposa para desmontar su imagen robótica

ÓSCAR BELLOT
MADRIDActualizado:

Tras semanas de incertidumbre, el panorama parece un poco más despejado para Mitt Romney en su lucha por hacerse con la nominación del Partido Republicano de cara a las presidenciales de noviembre. El triunfo cosechado por el exgobernador de Massachusetts en la primarias de Illinois celebradas este martes ha colocado a su principal rival, Rick Santorum, en una difícil posición y ha allanado el camino del que fuera cofundador de Bain Capital hacia la convención de Tampa (Florida). También ha situado gran parte de los focos sobre su esposa, Ann, quien podría convertirse en la primera dama si su esposo lograse desalojar a Barack Obama del Despacho Oval.

Ann se ha transformado con el paso de las semanas en una de las armas más poderosas de Mitt Romney. Si al principio de la contienda el candidato estaba seguro de que su imagen de sagaz empresario le valdría para convencer a sus correligionarios de que era la mejor opción que tenían para conquistar la Casa Blanca, en los últimos tiempos su equipo está potenciando su perfil de amante esposo y respetado padre, respondiendo al envite planteado por Santorum cada vez que el exsenador por Pensilvania sitúa el debate en el terreno de los valores familiares. De ahí que Ann haya pasado de pronunciar apenas unas pocas palabras al comienzo de los mítines de su marido a explayarse exaltando las cualidades de su marido.

Así lo hizo este martes, cuando agradeció a los electores y a los trabajadores de la campaña el apoyo prestado a Mitt Romney en Illinois. Una emocionada Ann relató cómo ha acompañado a Mitt en cada una de las etapas que ha cubierto en su sueño por alcanzar la Casa Blanca. A continuación, pasó al ataque. "Las mujeres están enfadadas, preocupadas por el legado que estamos dejándoles a nuestros hijos y a nuestros nietos. Y yo voy a decirles algo: tengo alguien aquí que puede arreglarlo".

Ariete

Ese alguien al que se refería Ann era, por supuesto, Mitt, el hombre al que conoce desde sus años escolares y con quien lleva casada 43 años -los cumplieron este miércoles-. Por él se convirtió al mormonismo y a su lado ha saboreado triunfos -la exitosa gestión de los Juegos Olímpicos de Invierno de Salt Lake City o la victoria en las elecciones para gobernador de Massachusetts de 2002- y encajado duras derrotas como la sufrida ante John McCain en las primarias republicanas de 2008. Han tenido tiempo de disfrutar de su extensa familia -cinco hijos y 16 nietos-, pero también han debido vérselas con la amarga cara de las enfermedades: Ann superó un cáncer de pecho y padece esclerosis múltiple.

Apasionada de la equitación, mantuvo un bajo perfil público mientras su esposo era gobernador de Massachusetts pero se implicó a fondo en la lucha de este por la nominación republicana en 2008, papel que está repitiendo ahora esta mujer que siempre ha expresado su admiración por tres primeras damas: Mamie Eisenhower, Nancy Reagan y Barbara Bush.

Cercana y emotiva, Ann es el ariete con el que la campaña de Mitt Romney trata de desmontar la imagen de un candidato robótico, sin carisma y alejado de los problemas de los ciudadanos que han elaborado los adversarios del aspirante a la nominación del Partido Republicano. Es la baza con la que cuentan para convencer a las mujeres de que con él en la Casa Blanca podrán vislumbrar un mejor futuro para sus hijos. La posible lucha que librarán en noviembre Barack Obama y Mitt Romney será también la batalla entre Michelle y Ann, dos mujeres fuertes pero con caracteres diametralmente opuestos.