Sociedad

LOS INTOCABLES

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Al sueldo de los directivos del llamado sector público, que todos creíamos que era ilimitado, se le van a poner límites. Los gerentes del negocio estatal, que en líneas generales son los que no han servido para conducir sus propios negocios, van a encontrarse con sus propias fronteras.

Es una disposición sumamente arriesgada, ya que consiste en restarle una parte de lo que cobraban. Dicen que de ahí en adelante, mientras España retrocede, disminuirán sus ingresos. Habrá menos consejeros, aunque los que queden continuarán recibiendo complementos y pagas variables para elevar sus emolumentos, que en algunos casos eran monumentales.

¿A dónde irán a parar los altos cargos a los que le han bajado el sueldo? Estaban habituados a ganar mucho a cambio de casi nada, circunstancia duradera que les asemejaba a los sindicalistas más combativos. Conflicto moral que les hacía muy parecidos a sus acordados rivales del sindicato. ¿Qué va a pasar ahora, cuando venga el día de la protesta, que está al caer sobre todos? Estamos preparados para ganar más, pero nos cuesta mucho acoplarnos a disponer de menos dinero, aunque en el caso de estos señores sea suficiente. La reforma laboral va a afectar a todo el mundo, incluso a los que lo manejan y miran de reojo al extrarradio.

Establecer un tope máximo a las retribuciones tiene un evidente peligro, ya que puede haber gente más trabajadora, más esforzada o más afortunada que piense a solas, o sea, cuando no esté acompañada de sus subordinados, si le compensan sus riesgos y sus preocupaciones. ¿Cómo se establece un tratado de límites? Hay que tener mucho cuidado para no tocarle las pelotas a los que están acostumbrados al pelotazo. Disminuirles a ellos el sueldo hasta un 35% puede ser dramático para los que no tienen sueldo. Quizá los que vayan a pasarlo peor sean algunos sindicalistas profesionales, de esos que basaron su bienestar en prometer que no iban a pasarlo peor los que lo estaban pasando mal.