opinión

Desastre educativo

Dejen de marearnos y hagan que nuestros hijos salgan del Bachiller formados después de haberse esforzado

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Los periódicos alborotan y hacen más política que periodismo. Las tertulias dibujan un panorama en el que todo va a ocurrir pero luego no ocurre. La radio matinal vocea con aspereza y se llena de expertos que inician sus frases con un yo creo, yo pienso, yo digo, yo deseo… Pocos arrancan su parlamento con un yo sé. Derechas e izquierdas; conservadores y progresistas; libertarios y anarquistas; girondinos y jacobinos. Una cosa y la otra, y a veces la contraria. Y así desde que uno tiene memoria.

Ganan unos, y gobiernan con lo suyo y lo opuesto; terminan ganando los otros y le dan la vuelta a una tortilla que nunca se guisó a gusto de todos. El socialismo republicano y laico nos trajo hace unos años la llamada Educación para Ciudadanía, y ahora la derecha reformista y conservadora le enmienda la plana y alegra la vida de padres y alumnos con una nueva asignatura, Educación Cívica y Constitucional. Deploro la expresión pero no me queda otra que decir que esto es un cachondeo. Que no hayamos dado aún con la tecla y sea imposible ponernos de acuerdo en qué es lo cívico y qué no da una idea clara de cómo la profesión política consiste en complicarnos la vida. Pobre padre el que tenga dos hijos, uno con la asignatura de Zapatero y otra con la de Rajoy. ¿Qué ha hecho ese padre para merecer esto, qué sus hijos? Será uno más laico y el otro más conservador; uno más tolerante y otro más reaccionario. Eso digo: un cachondeo.

Siendo yo un jovencito bachiller nos daban la murga con una cosa que de forma expeditiva llamábamos ‘fen’, acrónimo de Formación del Espíritu Nacional. Aquello era una ‘maría’ prescindible incluso para el atribulado profesor que nos la impartía con desgana: el Movimiento, el sindicato, el Ayuntamiento… No valió para nada. Cada uno era cada cual; cada cual y su familia. Aquello no me hizo más civilizado, ni más tolerante, ni más respetuoso. En casa me explicaron mis deberes como ciudadano y persona. Digo deberes. Porque lo de los derechos es asunto que vino después.

Es hora de que los gobiernos entiendan que la familia tiene unas obligaciones y la escuela otras. Quiero que mis hijos se formen en las aulas y se eduquen en su casa. Siento por esta nueva asignatura los recelos que sentí por la Educación para la Ciudadanía. El libro es lo de menos, lo de más es que aprender a respetar a un anciano, a un árbol o una papelera y eso es asunto que se aprende en casa, lo mismo que llamar de usted a un desconocido o no gritar en el autobús. Dejen de marearnos y hagan que nuestros hijos salgan del Bachiller formados después de haberse esforzado. Dejen a los padres la educación de sus hijos. Y un día de estos háblennos de la calidad en la enseñanza y de cómo evitar el fracaso escolar. Los experimentos, con gaseosa.