Uno de los acusados, a su llegada a la Audiencia esta mañana. | M. G.
Juicio por el 'caso Ricardi'

Los supuestos violadores múltiples aprovechan su última palabra y se declaran «inocentes»

La Fiscalía mantiene las penas de 191 y 293 años para los dos acusados

CÁDIZ Actualizado: Guardar
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El juicio a Juan B. G. y Fernando P. G, los dos vecinos de Jerez acusados de cometer diez violaciones en los años 90 entre El Puerto y Puerto Real, ha quedado hoy visto para sentencia, tras la tercera sesión de la vista oral en la Audiencia Provincial de Cádiz, que ha vuelto a celebrarse a puerta cerrada por petición de las acusaciones particulares.

Tras escuchar a los médicos forenses y psicólogos que atendieron y valoraron a algunas de las víctimas, y los alegatos finales de los abogados y el fiscal, el tribunal de la Sección Cuarta cedió la oportunidad a los acusados que pudieran decir unas palabras en su defensa. En la primera sesión del juicio ambos se negaron a declarar, pero ayer tomaron la palabra para reivindicar su inocencia: «Soy inocente», dijo uno de ellos. El segundo, por su lado, alegó que no tenía nada que ver con aquellos hechos.

La Fiscalía ha mantenido finalmente la abultada condena que tenía previsto solicitar para ambos: de 191 años de cárcel para Juan B. G. y de 293 años para Fernando P. G, a los que se les imputa la participación y autoría en las diversas violaciones, aunque a ninguno de los dos se atribuyan todas. Los abogados defensores, por su parte, han solicitado la libre absolución de ambos.

En la segunda sesión del juicio, celebrada ayer, testificaron los agentes de Policía que investigaron las agresiones sexuales entre 1995 y el año 2000, aunque en aquella época aún no se vinculaba a Juan B. G. y a Fernando P. G. como sospechosos. Al menos una de las violaciones se atribuyó a Rafael Ricardi, un portuense que fue condenado por ello y cumplió 13 años de prisión siendo inocente. Aunque había indicios del error a finales de los años 90, no fue hasta 2008 cuando se demostró, gracias nuevas pruebas de ADN, que Ricardi no participó en la violación que se le achacaba, y que se le había confundido con Juan B. G. El caso se reabrió y los análisis genéticos apuntaron a los dos detenidos como los supuestos violadores.

A pesar de que la historia de Rafael Ricardi estuvo íntimamente ligada a la investigación del caso, hasta el punto de conocerlo como 'caso Ricardi', el tribunal rechazó la petición de las defensas de que el portuense acudiera como testigo. Tampoco permitió que los abogados de los acusados interrogaran a la Policía por la investigación que terminó involucrando al portuense y demostrando su inocencia.