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El relevo

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Hay que hacerse cargo, pero no de los acontecimientos, que no entran en nómina, sino de los puestos políticos. Ahora se está produciendo un barullo entre los que se van y los que llegan, pero es fácil distinguirlos ya que unos tienen cara de pésame y otros de desearse unas felices pascuas duraderas. Habría que poner un letrero igual al de los transportes públicos: «Antes de entrar dejen salir». Nada menos que 4.000 cargos del PSOE se han visto obligados a dejar sus puestos en los más de 8.000 Ayuntamientos que hay en España. Las elecciones del 22 de mayo han sido para ellos un auténtico 2 de mayo, con sus respectivos héroes luchando contra los mutuos mamelucos. Qué buena ocasión para disminuir la demografía. Demasiadas personas importantes que a su vez colocan a otras de menor importancia. Hay que vivir para ver lo que hace el PP con el reemplazo. Sustituir a un tontaina por otro es lamentable, pero cambiarlo por dos es dramático.

La ideología política, llamando así a muchos que no tienen ideas sino adhesiones, es la gran fuente de empleo española. Su único defecto es que se produce por turnos y se van los suyos cuando vienen los otros. Total que son muy pocos, entre tantas deserciones, quienes no tienen que echar cuerpo a tierra cuando llegan «los nuestros». Me explicó un empresario de esos que se parten el pecho más que quienes trabajan en su empresa el sabio baremo que establecía para evaluar méritos. Primero tenían que ser útiles, después necesarios y por último imprescindibles. No ocurre así en los dos partidos hegemónicos, plagados de gente inútil, innecesarios y prescindibles que lo único que saben hacer es bulto. Nadie debe alegrarse de que alguien se queda en la calle porque hay demasiados. Tantos que va a llegar un momento en el que no se pueda dar un paso sin pisar a algún desempleado absoluto y lo que es peor, sin que él nos pise. El arbitraje de los convenios que impone el mal llamado Ministerio de Trabajo va a facilitar los despidos. Faltarán pañuelos para decir adiós.