pan y circo

Contención emotiva

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Si pretendemos administrar las fuerzas que son necesarias para ascender esos últimos cinco peldaños que nos conducirán definitivamente a la División de Plata del fútbol español, hemos de evitar los escapes incontrolados del gas de las emociones. Aunque es inevitable que expresemos nuestra alegría por los goles marcados al Mirandés el domingo pasado en el encuentro disputado en el estadio Ramón de Carranza, hemos de evitar por todos los medios que este triunfo rotundo nos suelten los pies de los estribos, se desboque el caballo de la euforia y, despistados, perdamos, en el tramo decisivo, el tren del ascenso de categoría. Los tropiezos de los equipos adversarios han de servirnos para escarmentar en cabeza ajena y para evitar una penosa desilusión que no sería positiva para la entidad en este momento tan importante. Tras la trabajosa trayectoria que ha recorrido durante esta temporada, el Cádiz ha de estampar su rúbrica final con mano firme y con trazo expeditivo. Ha de afrontar los partidos que restan con la misma humildad con la que, animado por su público, reaccionó tras el gol de penalti logrado en los comienzos del partido del domingo pasado. En estos momentos en los que, repletos de confianza, conservamos lleno el depósito de la ilusión, los directivos, los aficionados y, sobre todo, los críticos deportivos, hemos de contener las emociones, dominar la ansiedad y frenar la euforia, de la misma manera que lo hace el equipo técnico y el resto de profesionales. Hemos de rentabilizar la tranquilidad que nos proporciona el conocimiento de que queda una jornada menos. Pero nuestra confianza se ha de basar, sobre todo, en la inteligencia estratégica de Jose González, en la solidez defensiva y en la concentración disciplinada de todo el equipo.