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Imputados

Nada es más fácil de evitar que la sospecha de cohecho: basta con salir con lo que se llevaba puesto al entrar

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Con cien imputados en las listas, el colectivo de los políticos bajo fundada sospecha (de delito) alcanza una robusta representación en la apuesta electoral de todos los partidos que de verdad cuentan a la hora de partir el bacalao. La cifra atestigua la total normalización de la delincuencia ligada al cargo, que si en épocas pretéritas se consideraba un baldón irreparable, aun a título de hipótesis, en estos tiempos de democracia 2.0 (¿o será 0,0?) se consolida como síntoma de saludable funcionamiento. No puede descalificarse a un representante popular por circunstancia tan baladí, asociada al curso ordinario de las cosas.

Cada uno tiene su excusa para abstenerse de dar el paso atrás que para los que somos un poco más estrechos sería inexcusable en estos casos. Unos dicen que sus imputaciones son producto de campañas malévolas orquestadas por sus enemigos, sacando de quicio regalillos, compadreos y ajustes de cuentas entre lo privado y lo público que no tienen mayor maldad. Otros alegan que sus candidatos en el banquillo han llegado a él por lo farragosos que son los trámites administrativos, y porque cualquiera tiene un despiste y luego viene gente aviesa a querellarse y a tratar de sacar un delito de donde solo hay una negligencia que igual cometeríamos usted o yo. Y uno, francamente, no sabe qué excusa resulta más chusca y chiripitifláutica.

Porque nada es más fácil de evitar que la sospecha de cohecho: basta con salir con lo que se llevaba puesto al entrar, y con mandar a meter su instancia por registro al que quiere hacer prosperar sus asuntos con bolsos de Loewe o invitaciones a Disneyworld o a Zalacaín (y el bolso, el ratón Mickey o el manjar tan apetecido los disfruta uno contra sus euros, y si no le llegan, pues no pasa nada, miles de millones de personas sobreviven cada día sin ellos). En cuanto a los deslices administrativos, ¿para qué demonios se presentan a mandar quienes no saben cómo se manda, y para qué se rodean luego de asesores pagados por todos, amén de los batallones de funcionarios técnicos que ya les vienen incluidos en el paquete con el cargo?

Se pongan como se pongan, y haya que salvar a quien haya que salvar, por aquello de cómo logra cada quién juntar los avales necesarios para seguir calentando la poltrona, lo de estas elecciones, lo de esos cien imputados, es cruzar una nada delgada línea roja. Si los responsables de la comunidad no aceptan responsabilidades de este porte, cómo pedirán a los ciudadanos que paguen una multa por cualquiera de las insignificancias que las llevan aparejadas. Luego lloriquearán porque no los quieren, con todo lo que se esfuerzan. O peor todavía: cuando sumen más votos que el rival, creerán que todo queda perdonado.